En mi calidad de católico, de ex representante de Osorno y de la X Región en el Senado y de ex Presidente de la República, no puedo quedar indiferente ante la próxima asunción de Monseñor Juan Barros Madrid, como Obispo de la Diócesis de Osorno. Es de público conocimiento el rechazo que su designación ha provocado en la comunidad católica de la zona y en la comunidad católica nacional, en general. Sin comunidad, no hay Iglesia, y como nos ha enseñado el Santo Padre, la comunidad debe ser escuchada. Así lo han señalado por lo demás, distintas autoridades de la propia Iglesia chilena y mucho pastores. Algunos han expresado públicamente su rechazo, otros lo han hecho en forma privada. La situación de Monseñor Barros, además, ya ha traspasado nuestras fronteras y medios con gran prestigio y de enorme influencia internacional, se han referido al caso afectando gravemente ya no sólo a la comunidad católica de nuestro país, que se ha expresado en forma mayoritaria, sino que quizás también a la Iglesia Católica universal. Al asumir su cargo, Monseñor Barros está anteponiendo una cuestión personal por sobre el interés de la Iglesia, a la que se comprometió a servir, y de la comunidad en general. Monseñor Barros ha sido designado por Su Santidad el Papa Francisco, a propuesta de la Congregación de los Obispos, pero él no ha sido obligado. La comunidad de Osorno y la comunidad en general, esperan de Monseñor Barros una actitud que permita superar esta situación.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Fuente: Mauricio Burgos – mauroburgosq@gmail.com