A casi dos meses de la confirmación del primer caso de COVID 19 en nuestro país, los reportes en distintas partes del mundo sobre manifestaciones de la enfermedad que van más allá de las respiratorias se han ido incrementando de forma importante.
Las manifestaciones neurológicas no han sido la excepción. En un estudio descriptivo inicial se reportó que un 36% de los pacientes tuvieron algún síntoma neurológico. Se incluían algunos muy poco específicos como la cefalea (dolor de cabeza) o mareo y otros, que con el tiempo han mostrado algo más de especificad, como la hiposmia (falta de olfato) y la disgeusia (alteración del gusto). Estos cuadros se dieron sobre todo en personas con enfermedad más severa.
Otro estudio que buscó dirigidamente enfermedades cerebrovasculares, encontró un 6% de ellas en un grupo de 221 pacientes, nuevamente en pacientes más graves y con historia de factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión o un ACV previo.
Con el inicio de las medidas de confinamiento, los equipos de neurología a lo largo y ancho del mundo empezaron a tener la sensación de que la incidencia de ataques cerebrovasculares se había reducido de forma significativa. Así lo plantea la Organización Mundial del Ataque Cerebrovascular, basado en las múltiples experiencias internacionales que recogió. Una hipótesis podría ser el temor de la población de consultar en urgencia y aumentar su riesgo de contagio con el SARS CoV2.
Por otro lado, la pandemia nos ha enseñado que es altamente dinámica y que lo visto en una semana puede ser bastante distinto a la siguiente. Los últimos días han ido pareciendo algunos casos de enfermedad cerebrovascular, reportando tanto hemorragias (la arteria se rompe) como infartos cerebrales (la arteria se tapa). La mayoría de ellos reportan el caso de un solo paciente, sin poder demostrar más que una relación temporal con la infección.
Una publicación reciente de un hospital en New York describe a 5 pacientes menores de 50 años, que se presentaron en un periodo de 2 semanas con ACV debidos a oclusión de arterias grandes del cerebro. Generalmente tienen menos de un paciente de esas edades en ese periodo. Esto no implica necesariamente que la incidencia de ACV esté incrementándose, sino que nos llama tanto a pacientes como a personal de la salud a estar atentos.
¿Puede entonces el SARS CoV2 causar un ataque cerebrovascular? Se han identificado mecanismos potenciales por el cual el virus podría incrementar el riesgo, por el momento ninguno comprobado. Estas hipótesis incluyen el aumento de la coagulabilidad, una inflamación exagerada en todo el cuerpo, conocida médicamente como “tormenta de citoquinas”, y embolias desde el corazón debido a daño cardiaco causado por el virus. Muchos médicos y científicos trabajan en dilucidar si estos procesos tienen incidencia directa en los casos de ataque cerebrovascular relacionado con COVID19.
En nuestro país todos los servicios de neurología han tenido que hacer cambios en su estructura para seguir funcionando, pero ninguno ha dejado de atender a la patología que más causa dependencia en Chile.
Por lo tanto, debemos estar preparados. El ACV es una patología tiempo dependiente. Y esté o no esté relacionado a una infección por SARS CoV2 debe atenderse lo antes posible. Es una emergencia, y una vez identificado (la persona bruscamente tiene un lado de la cara distinto al otro y/o habla raro, traposo o incoherente y/o pierde fuerza de un lado del cuerpo) debe trasladarse a la urgencia de un hospital o clínica más cercana.
#ElACVnosequedaencasa
Referencias:
– https://www.minsal.cl/ministerio-de-salud-confirma-primer-caso-de-coronavirus-en-chile/
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Agencia: Comsulting