LA GRAN LABOR REPUBLICANA DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
Isabel Allende Bussi
Presidenta del Senado
Con motivo de los 172 años de vida de la Universidad de Chile, quiero destacar la importante labor educativa que la Casa de Bello ha realizado durante gran parte de nuestra vida republicana, situación que sin duda merece nuestra más sincera gratificación y orgullo. Allí se formaron veinte presidentes de la Nación, como Pedro Aguirre Cerda, Gabriel González Videla, Jorge Alessandri, Salvador Allende, Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos Escobar, y Michelle Bachelet, entre otros, lo que demuestra la relevancia que reviste para nuestra sociedad.
La Universidad de Chile ha sido testigo privilegiada de gran parte de la historia de nuestro país. Ha estado presente en aquellos momentos en que hemos obtenido grandes éxitos y logros, así como también ha estado presente en los momentos difíciles de nuestra patria. En este sentido, siempre ha mantenido casi inalterable la misma actitud y disposición que la ha caracterizado prácticamente durante toda su existencia: unir a los chilenos a través de la entrega de una educación laica, humanista, que busca elevar la conciencia crítica con profesionales íntegros que aportan a nuestro desarrollo.
Desde la fundación de la Universidad de Chile, el 19 de noviembre de 1842, la “U” se transformó rápidamente en un polo de atracción para numerosos intelectuales y docentes, nacionales y extranjeros, que con su contribución desinteresada y altruista la convirtieron en la casa de estudios superiores con mayor tradición académica y más importante de nuestro país; prestigio que incluso ha trascendido nuestras fronteras naturales.
Hablar de la Universidad de Chile es remontarse prácticamente a los albores de nuestra vida independiente y republicana como nación. En parte significa indagar en la historia y traer al presente los enormes desafíos que sus fundadores se fijaron para romper con los atavismos culturales y educacionales derivados de la colonización española e inaugurar un proceso creciente de formación de nuestra propia identidad, de construcción de una educación pública y laica, de formación de profesionales comprometidos y al servicio del país; y, de trabajadores que con su entrega contribuyan al progreso y al desarrollo de Chile.
La casa de estudios en distintos momentos de la historia de nuestro país ha sido también un importante factor de unidad de las fuerzas progresistas y transformadoras frente a los movimientos conservadoras y autoritarios que han pretendido retrotraer la historia e impedir con ello el desarrollo intelectual y material de las personas; especialmente de aquellos que por siglos han permanecido en los márgenes del progreso humano y social.
La universidad no es solo el espacio físico, la imagen corporativa que proyecta hacia la sociedad o la infraestructura que utiliza para cultivar el saber, la ciencia y el arte. La universidad, desde el punto de vista del conocimiento y del aprendizaje, básicamente se encuentra y construye en la relación que se establece entre los estudiantes y sus profesores.
Su identidad a través del sello pluralista, la formación laica, la vocación de servicio público, la sensibilidad social y el espíritu solidario que la Universidad de Chile ha transmitido a sus alumnos, la ha transformado en cuna de más de 172 premios nacionales en diversas áreas del quehacer nacional, y de nuestros dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, situación que claramente nos llena de orgullo.
Grandes nombres han llevado a lo más alto a la “U”, así como también al desarrollo y proyección de Chile como una nación seria y republicana: Andrés Bello, Ignacio Domeyko, Manuel Barros Borgoño, Valentín Letelier Madariaga, Carlos Charlín Correa, Juvenal Hernández Jaque, Juan Gómez Millas, Eugenio González Rojas y Edgardo Boeninger Kausel. Cada uno de ellos, en sus respectivas circunstancias y momentos históricos aportaron con su dedicación, sabiduría y empeño a hacer grande a la Universidad de Chile.
Finalmente, como Presidenta del Senado y ex alumna de la Escuela de Sociología, creo que la universidad tiene un enorme desafío frente al país: el desafío de devolverle el sentido primario y originario a la actividad docente y formativa de las nuevas generaciones de profesionales de nuestro país, revitalizando y fortaleciendo los principios y los valores del humanismo laico, de la solidaridad social y de la vocación de servicio público, elementos consustanciales a cualquier tarea seria y responsable por construir un Chile más inclusivo, más justo y más libertario.