- Mayor cansancio, insomnio y ansiedad podrían ser parte de los efectos en este contexto, lo cual afecta tanto a adultos y niños en su descanso diario. Desde Clínica Somno, centro especialista en Medicina del Sueño, entregan algunas recomendaciones para poder apoyar a los pequeños y jóvenes del hogar.
Este mes se cumple un año de la normativa de teletrabajo en el país y más allá de lo positivo, que es que nos ha permitido a muchos mantener nuestros trabajos a distancia y disminuir el riesgo de contagio, el equilibrar las rutinas diarias con las responsabilidades laborales ha generado un mayor desgaste y ansiedad tanto en adultos como en niños.
Cansancio, angustia, inestabilidad e incluso insomnio, son parte de los efectos que ha traído el confinamiento, dada la dificultad por mantener las rutinas y contar con menos momentos de esparcimiento. La psicóloga Susana Cabello de Clínica Somno, señala en este sentido que “el desajuste y los cambios de horario inciden en las rutinas, mientras que los espacios se deben adecuar a un nuevo contexto. Ocupar el dormitorio o el comedor para trabajar o estudiar, por no tener un espacio físico apropiado, también genera un nuevo factor estresante en las familias. Por otro lado, la incertidumbre respecto de la situación de confinamiento, genera mayor ansiedad y preocupaciones, lo que afecta directamente en el sueño y en nuestro descanso diario”.
Pero para los más pequeños de la casa esto también ha sido muy difícil. Según la especialista, tanto el encierro como la falta de actividad física pueden transformarse en presiones mentales que finalmente derivan, en mayor o menos medida, en trastornos mentales o ansiosos que dificultan tanto el poder conciliar el sueño, como su duración. “En el proceso de aceptación ante lo que está pasando, es esperable que el sueño en los niños se vea alterado, dado que el insomnio es una reacción normal del cuerpo ante situaciones de estrés. Por lo mismo, se sugiere no exponer a los hijos a noticias de forma sostenida en redes sociales o la televisión, y conversar con ellos para evitar una mayor ansiedad ante los sucesos diarios”, detalla Susana Cabello.
Los menores reaccionan al trauma de diferentes formas; algunos no hablan del tema, otros hablan mucho, se ponen más sensibles, tristes o irritables, y la intensidad de sus reacciones dependerá del nivel de preocupación al que estén sometidos. Mientras más cercanos o expuestos a situaciones traumáticas, más probabilidades tendrán de verse afectados. “Las reacciones dependerán de la edad y desarrollo emocional del niño. Por lo mismo, es importante brindarles el apoyo y seguridad que necesitan para manejar la situación y disminuir el impacto negativo que puede generar en ellos”, explica la especialista.
Ante esto, Clínica Somno, el centro especialista en Medicina del Sueño, entrega una serie de recomendaciones que ayudarán a abordar esta situación según la etapa vital de cada niño, evitando efectos negativos en su higiene del sueño:
- Niños/as en edad pre escolar (0 a 5 años): los niños a esta edad no entienden bien lo que ocurre, pero sus emociones y reacciones se verán influidas por su ambiente. Mantener su rutina diaria, entregar calma, escuchar sus inquietudes y contenerlos en todo momento les entregará mayor seguridad lo que influirá en un mejor descanso y energía en su día a día.
- Niños/as en edad escolar (6 a 11 años): aunque todavía no entienden bien lo que pasa, ya perciben y saben lo que significa una amenaza para ellos y otras personas. Por ello, se sugiere conversar respecto de lo que está pasando en el país, utilizando un lenguaje simple y comprensible para que puedan hacer preguntas y expresar sus inquietudes.
- Pre adolescentes y adolescentes (12 a 18 años): a esta edad ya entienden con claridad lo que está pasando, perciben las amenazas reales que existen por lo que son los más vulnerables en términos físicos y emocionales. Muchos de ellos pueden estar viviendo síntomas de insomnio y cansancio por lo que se sugiere tratar de no ver noticias alarmantes antes de acostarse, despegarse de los aparatos electrónicos y de las redes sociales al menos 1 hora antes de dormir y realizar alguna actividad relajante antes de irse a la cama.
Fuente: Vital comunicaciones