· “Tuve que pedir dos retiros de la AFP, mi marido también me prestó dinero y solicité un crédito para poder operarme pronto. Todo lo hice particular y todavía estoy pagando un crédito porque debo $2.700.000”, cuenta Érika.
· “Como tenía mis tres retiros de la AFP decidí hacer algo y empecé a averiguar cómo podía operarme. Igual me faltaba una parte así que mi hermana me pidió un crédito para financiar el resto. Ya no me quedan ahorros”, agrega Lorena.
Después de siete años y medio en lista de espera este lunes 5 de julio Lorena (42) logró concretar su objetivo de entrar a pabellón para un bypass gástrico. Pero no lo hizo en el sistema público, sino que ocupó sus retiros del 10% de los fondos de pensiones para poder tratar su obesidad mórbida en una clínica privada.
Con 107 kilos de peso y 1,54 metros de altura, dice que “hice todos los exámenes, fui a controles con psicólogos, nutricionistas, médicos y distintos especialistas. Me pidieron bajar un 10% de mi peso y cumplí. Quedé lista para la operación. Me dijeron que me llamarían cuando fuera mi turno, pero nunca lo hicieron”.
Una cirugía bariátrica bordea los siete millones de pesos en el sistema privado de salud. En el sistema público, que cubre al 80% de la población, el pago final depende del tramo del beneficiario Fonasa, pero anualmente solo se asignan 400 cupos para estas operaciones.
Con un estimado de 650 mil personas con obesidad mórbida en Chile, la ONG 300 Mil Mórbidos denuncia que la posibilidad de retirar parte de fondos de pensiones ha abierto la posibilidad para que muchas personas que llevan años esperando una cirugía bariátrica en el sistema público la estén concretando en recintos privados. No obstante, en muchos casos estos retiros no alcanzan a cubrir la intervención y/o el tratamiento que de por vida deben seguir los pacientes bariátricos.
“Hay pacientes que están años en lista de espera en el sector público. Las personas obesas que hoy requieren operarse tienen que acudir a una clínica, donde pagan el doble y no todos cuentan con los recursos”, dice Soraya Flores Araya, presidenta de ONG 300 Mil Mórbidos, en la comuna de La Florida. “Esperamos que cuando pase esta crisis sanitaria le den un poco más de importancia a la obesidad; queremos que, tal como ya lo declaró la Organización Mundial de la Salud, sea considerada una enfermedad crónica en Chile para que sea incluida en las coberturas del sistema de salud público. De esta manera, pacientes con obesidad mórbida y con diferentes grados de obesidad tendrán la oportunidad de tener una buena calidad de vida y acceso a tratamiento”, agrega Francisco Leonart Flores, secretario de la ONG.
La obesidad mórbida es una enfermedad crónica que genera otras enfermedades como diabetes, hipertensión, colesterol alto e incluso cáncer. No se supera únicamente con dieta y ejercicio, se requiere un manejo médico integral que considere otros tratamientos aparte de la cirugía que complementan ese abordaje.
“Si no me operaba me moría”
Los problemas respiratorios eran parte de la vida de Érika (40), quien hace cinco meses se realizó una manga gástrica. Mide 1,67 metros, antes de la cirugía pesaba 126 kilos y, actualmente, 90. Andar con un tanque de oxígeno y visitar con frecuencia urgencias eran parte de su cotidiano, sin embargo, una grave crisis respiratoria la obligó a actuar rápido y a gestionar una cirugía en menos de un mes.
“Si no me operaba me moría. Siendo sincera, no estaba dentro de mis planes hacerlo porque sabía que la lista de espera era súper larga, no tenía esperanza de que me llamaran y no tenía el dinero para hacerlo. Finalmente, tuve que pedir dos retiros de la AFP, mi marido también me prestó dinero y solicité un crédito para poder operarme pronto. Todo lo hice particular y todavía estoy pagando un crédito porque debo $2.700.000”, cuenta.
“Operarme valió la pena en un 100%: ahora puedo respirar, correr, puedo jugar con mi hija, tener relaciones sexuales con normalidad. ¡Ya no tengo ninguna enfermedad de base! Ni diabetes, hipertensión, asma, nada”, agrega. Pero advierte: “Esto no termina con la operación. Después también hay altos costos: tienes que controlarte con nutricionista, nutrióloga, ir a terapia psicológica, tomar vitaminas… Aparte de la operación tengo que tener casi $120.000 mensuales para costear todo esto”.
“Decidí invertir mis ahorros en operarme, prioricé mi vida”
En julio de 2020 Lorena tuvo a su tercera hija y durante su embarazo, que fue de alto riesgo, le escribió una carta al presidente de la República para conseguir ayuda. “Quería que me ayudaran porque tenía alto riesgo de desarrollar graves complicaciones, tenía miedo de morir. Me respondieron los asesores y la directora del Hospital Félix Bulnes, que me explicó que por temas de pandemia estaban suspendidas las cirugías bariátricas pero que apenas se reactivaran me contactarían y tendría cierta prioridad así que seguí esperando, pero después las suspendieron indefinidamente. Me quedé a la deriva, pero como tenía mis tres retiros de la AFP decidí hacer algo, empecé a averiguar cómo podía operarme y el 5 de julio tengo hora para operarme de manera particular. Igual me faltaba una parte por cubrir, así que mi hermana me pidió un crédito para financiar el resto. Ya no me quedan ahorros”, agrega Lorena.
Sin embargo, Lorena todavía no resuelve los gastos futuros. “Sé que después de la operación hay que tomar vitaminas y atenderse con especialistas, pero yo no tengo presupuesto para solventar esos gastos de forma particular. No me opero para verme mejor, sino que para mejorar mi calidad de vida. Quiero vivir, mi miedo es morirme y mis hijas me necesitan. Decidí invertir mis ahorros en operarme, prioricé mi vida”, dice.
Fuente: BCW-Global