Santiago de Chile, Julio de 2021.- Es una realidad que los niños no son la población más afectada por la COVID-19, sin embargo, toda una generación ha visto afectada su educación durante 2020, como consecuencia de la pandemia y las medidas de contención y mitigación que debieron implementarse. Millones de niños alrededor del mundo cambiaron abruptamente su dinámica escolar, de los cuales con base en datos proporcionados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 60% pertenecen a América Latina y el Caribe.
Para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe la suspensión empezó durante la segunda semana de marzo de 2020 y se estima que afectó a más de 165 millones de estudiantes durante el pico de la pandemia en abril del mismo año (CEPAL-UNESCO, 2020).
En cuanto al impacto de estas medidas, diversos estudios nos han sugerido que no asistir a la escuela por largos periodos, podría aumentar la probabilidad de que los niños se vean afectados en su rendimiento escolar, en su capacidad de aprendizaje, en sus habilidades de interacción, además de afectar su salud mental.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la decisión de cerrar, cerrar parcialmente o reabrir las escuelas debe guiarse por un enfoque basado en los riesgos para maximizar los beneficios educativos, de bienestar y de salud para los estudiantes, el personal docente, auxiliar y la sociedad en general. Además, debe contribuir a prevenir un nuevo brote de COVID-19 en la comunidad.
Escuelas seguras
Actualmente no se tiene certeza del impacto real de la COVID-19 en niños, aún se sigue estudiando la magnitud de la enfermedad, por lo cual no podemos predecir el comportamiento ante un regreso a clases para ellos, sin embargo, el regreso a clases deberá considerarse paulatinamente dentro de un marco de seguridad y protección a la salud de los alumnos, los protocolos de prevención, detección y contención de posibles brotes deberán ser efectivos y reforzarse continuamente entre todo el personal, no apegarse a las medidas de seguridad establecidas podría poner en riesgo la operación de los colegios y la salud de los alumnos, docentes y personal auxiliar.
De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las estrategias relacionadas con la reapertura de las escuelas deben agruparse en torno a tres áreas generales: preparación del sistema educativo (evaluación de la disponibilidad de personal, infraestructura, recursos y capacidad para reanudar las funciones), continuidad del aprendizaje y resiliencia del sistema. Con estas tres dimensiones como marco, se recomienda el diseño de intervenciones de política en el corto, mediano y largo plazo relacionadas con la resiliencia del sistema; es decir: con la necesidad de construir y reforzar la preparación del sistema educativo para anticipar, responder y mitigar los efectos de las crisis actuales y futuras
“La educación de las familias y la comunidad escolar en general será fundamental, cada uno deberá tener claro el impacto de sus acciones desde lo individual y hacia lo colectivo, entendiendo que el apego a los protocolos y seguimiento de las medidas preventivas apropiadas será crucial para la prevención de brotes y diseminación de la enfermedad entre los alumnos y sociedad en general.” Apunta Ariel Almazán, Director en Consultoría en Salud de Mercer Marsh Beneficios en México.
Volver a la escuela tiene un nuevo significado y presenta nuevas preocupaciones para los padres y las escuelas durante la pandemia, ambos deberán estar preparados para este inminente regreso, conocer y aplicar los protocolos de seguridad necesarios para garantizar “espacios libres de coronavirus”, entre las medidas que deberán mantenerse y reforzarse constantemente están:
● Mantener el distanciamiento físico en las escuelas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un distanciamiento físico de al menos 1 m2 entre todas las personas que asisten a la escuela y un distanciamiento de mínimo 1 m entre los pupitres de los alumnos (OMS, 2020).
● Reapertura escalonada o gradual para disminuir la cantidad de alumnos en las escuelas
Dividirlos por días de la semana o por grados y niveles; con prioridad para los niños en situación de más vulnerabilidad.
● Disponibilidad de espacios alternativos a las salas de clases
Acondicionar otros espacios de las escuelas como gimnasios y salones de usos múltiples para impartir clases.
● Prácticas de higiene y medidas de bioseguridad
Implementar rutinas frecuentes de lavado de manos, uso de cubrebocas y prácticas de higiene y limpieza constantes: renovar, mejorar o instalar la infraestructura necesaria para garantizar las condiciones mínimas de saneamiento.
● Catalogar grupos de riesgo
Evaluar los riesgos a los que están expuestos los docentes y elaborar un plan logístico para cubrir sus ausencias así como flexibilizar las políticas laborales.
● Monitoreo diario del estado de salud del personal y los alumnos
En caso de presentar signos o síntomas compatibles con la enfermedad, deberán mantenerse en casa e informar puntualmente al colegio para activar los protocolos de contención y prevención de posibles brotes.
Acerca de Marsh
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Fuente: Llorente y Cuenca.