Según el cientista político de la U. de Santiago, Marcelo Mella, el nuevo gabinete inyecta nuevos aires y derriba la idea de que la ‘vieja guardia de la Concertación’ se apoderaría de los espacios ministeriales, retrasando e impidiendo el avance de las reformas que la Presidenta comprometió en su programa. A su juicio, esta renovación claramente responde a la necesidad de la Presidenta por superar la crisis de credibilidad que la afecta y las condiciones para la gestión parlamentaria de los proyectos de ley que están pendientes.
Tras especulaciones y teorizaciones que marcaron la agenda mediática, durante la mañana de ayer -en el salón Montt Varas del palacio de La Moneda- se efectuó la ceremonia oficial de cambio de varios ministros y ministras en el Gabinete de Michelle Bachelet.
Enroques y rostros nuevos, tal vez es la frase que mejor describa lo sucedido.
Salieron definitivamente del gabinete, Rodrigo Peñailillo, Alberto Arenas, Álvaro Elizalde, Fernanda Villegas y Claudia Barattini. Entraron, Rodrigo Valdés, Jorge Insunza, Marcelo Díaz, Marcos Barraza y Ernesto Ottone. Se mantuvieron, pero cambiando de cartera, Jorge Burgos, Ximena Rincón, Javiera Blanco y José Antonio Gómez.
En definitiva, los ministerios del Interior, Hacienda, Defensa, Trabajo, Justicia, Secretaría General de la Presidencia, Secretaría General de Gobierno, Desarrollo Social y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, vivieron modificaciones.
Superar la crisis
Para el magíster en ciencia política y doctor en Estudios Americanos por el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago, Marcelo Mella Polanco, “la señal del cambio de gabinete, responde a la necesidad de la Presidenta por superar la crisis de credibilidad que la afecta y las condiciones para la gestión parlamentaria de los proyectos de ley que están pendientes”.
Respecto a los nombres elegidos por la Mandataria -entre ellos el del ex subsecretario de Previsión Social y psicólogo titulado en la Universidad de Santiago, Marcos Barraza- “derribaron el mito, que había aparecido en las últimas semanas, de que la vieja guardia de la Concertación se iba a apoderar de los espacios ministeriales, retrasando e impidiendo el avance de las reformas que la Presidenta comprometió en el programa”, subraya el especialista.
Añade que “la composición del nuevo gabinete, al menos, permite superar esa tensión que existía en algunos sectores políticos del eje más bien progresista de la Nueva Mayoría”.
Los elegidos
En la oposición tuvo buena acogida el nombramiento de Jorge Burgos (DC), como nuevo ministro del Interior. Por ejemplo, el senador Andrés Allamand celebró la designación, mientras que la diputada de Amplitud, Karla Rubilar, lo calificó como un hombre de Estado “siempre dispuesto al dialogo”.
Al respecto, Marcelo Mella aclara que el espíritu del nombramiento responde, más bien, a la conformación de un gabinete balanceado respecto a la distribución de los partidos que componen la Nueva Mayoría.
“Hay algunos nombramientos que podrían ser más bien representativos de sectores un poco más tradicionales dentro de la coalición, pero creo que la Presidenta requería designar un gabinete que tuviera ciertos equilibrios y que estos reflejen la diversidad que existe dentro de la coalición, de lo contrario la gestión política de la presidencia se vuelve muy compleja”, explica el especialista.
Tres razones
Agrega que no tiene sentido hacer un análisis nombre a nombre; ministerio a ministerio, porque lo que corresponde es mirar el fenómeno en su totalidad. Enfatiza que para entender el cambio de gabinete se deben asociar tres razones de fondo.
Primero, que la Presidenta “responde a un contexto de crisis por credibilidad, relacionado con todos los temas de probidad, conflictos de interés, y eventuales situaciones de corrupción”.
El segundo aspecto tiene relación con “los problemas crecientes que ha tenido el gobierno, en la gestión política de los proyectos de ley en el parlamento”.
Finalmente, es un auxilio para “resolver la división interna que existe dentro de la coalición de respaldo”.
Para Marcelo Mella el tema no es menor, pues hasta el momento Michelle Bachelet no ha logrado consolidar un programa que refleje acuerdos profundos sobre asuntos programáticos, teniendo que adoptar un tranco pausado debido a las discusiones generadas al interior de la Nueva Mayoría.
Por eso, estima el cientista político, “la designación de este nuevo gabinete debe poner por delante, la necesidad de construir un camino con una mayor moderación a lo que ocurrió en el primera etapa, para poder alcanzar los grandes objetivos que están trazados en su programa de reformas”.
De no ser así, cree Mella, no solo se compromete el programa de reformas de la Presidenta, sino que la gobernabilidad de la coalición. “Si son acertados los cambios dependerá de los tres puntos antes señalados”, sentencia.
Fuente: Comunicaciones USACH.