Por: Rodrigo Pombo Cabral, Experto en innovación en seguridad para Empresas para el Sur de Latinoamérica y Brasil de Motorola Solutions
Según datos del World Travel & Tourism Council, en 2019, el sector de viajes y turismo contribuyó con un 10,4% del PIB mundial. Sin embargo, con la llegada del Covid-19, esta cifra se redujo hasta un 5,5% en 2020 debido a las continuas restricciones a la movilidad. Si lo aterrizamos a la realidad chilena, durante 2019, este mercado generaba US$ 7.200 millones al año, para pasar a contribuir con solo US$ 2.584 millones en 2020.
El año pasado, marcó el descenso más brusco en el número de viajes que se realizaban en América Latina. Antes de la pandemia, nuestro continente movilizaba el 7,7% del tráfico aéreo mundial, lo que se traducía en 3.195.191 de vuelos anuales y en 356 millones de pasajeros. Desatada la crisis sanitaria, el tráfico internacional se contrajo un 71,8% interanual en 2020 respecto a 2019, marcando los puntos más bajos para distintos países de la región.
Aunque la recuperación que se observa en lo que va de 2021 no logra remontar las cifras pre pandemia, América Latina se acerca lentamente a esos números. Según cifras de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), México encabeza la recuperación con un incremento en el número de pasajeros de 67,6% en abril de 2021 respecto al mismo periodo de 2020 —cuando la crisis del sector alcanzó su punto más profundo—; le sigue en la lista Colombia (51,6%), Brasil (28,3%), Perú (26,1%) y Chile (17,2%). En todos estos casos, se observa una recuperación notable respecto al peor momento de la crisis, pero todavía no se alcanzan las cifras previas a la pandemia.
Aunque la tasa de recuperación varía de país a país, hay un punto en común. Los habituales pasajeros ya extrañan subir de nuevo a un avión y vivir una experiencia de viaje memorable, incluso mejor que en el pasado. El reloj no se detuvo en la pandemia y la tecnología siguió avanzando. ¿Acaso esos avances no deberían traducirse también en una modernización de la industria aeroportuaria?
Aunque no es visible para el pasajero, en un aeropuerto existe una infraestructura y ecosistema de tecnologías que permite que los diversos grupos de trabajo, operacionales, tripulación, servicios generales, entre otros, puedan estar comunicados sin importar donde se encuentren o a través de qué dispositivo lo hagan. ¿Qué tal si todas esas tecnologías convergen en un ecosistema realmente integrado de voz, data, video y analítica?
Las cámaras ubicadas en puntos estratégicos del aeropuerto, potenciadas por inteligencia artificial, generan alarmas ante hechos fuera de lo común y en ambientes de alto tráfico, tienen sensores que indican, por ejemplo; la presencia de personas con temperatura elevada, verifican la distancia social y velan por el uso correcto de la máscara facial. Todo ello se convierte en información que puede ser analizada en tiempo real desde el centro de control y monitoreo, desde donde se procesa y envía la información situacional completa del acontecimiento (imagen, voz, datos) a los radios digitales de dos vías de los agentes de seguridad o empleados más cercanos al hecho.
Todos los datos llegan al Centro de Control y Despacho, donde se puede construir una situación 360° de lo que está ocurriendo en distintas partes de cada terminal. Esto permite una mayor agilidad de análisis y respuesta, y, al mismo tiempo, administrar todos los recursos disponibles. En función de los datos recopilados a través de plataformas con GPS es posible ver quién está disponible y conocer el lugar exacto en el que se encuentran las personas involucradas. Se puede monitorear, por ejemplo, la ubicación de sillas de ruedas, que apoyan a pasajeros con necesidades especiales o médicas, máquinas como lavadoras de piso y movimiento de personal en la plataforma de la aeronave, así como aeronaves en tierra.
Así, mediante el uso de evidencia registrada en video de alta calidad y herramientas como la búsqueda por apariencia y el reconocimiento facial es posible determinar todas las instancias de contacto que una persona específica tuvo durante su paso por un lugar determinado y, en consecuencia, tomar las acciones más efectivas orientadas a la contención. Al mismo tiempo, los videos analíticos con autoaprendizaje detectan los movimientos sospechosos y notifican a los operadores sobre eventos que pueden necesitar mayor investigación como la presencia de intrusos en áreas restringidas en un pasillo.
Las comunicaciones de sala de control integradas al ecosistema agilizan la respuesta ante una emergencia por parte de los equipos propios del aeropuerto, bomberos y servicios de rescate. El personal de seguridad pública, trabajadores de aeropuerto y organizaciones complementarias están interconectados en una sola plataforma de banda ancha utilizando smartphones, computadoras, otros radios o teléfonos desde prácticamente cualquier ubicación. Esto posibilita que tanto el personal de rampa y equipaje hasta grupos de trabajo externos, como servicios de limpieza puedan responder a diversas situaciones que se presenten antes de que se agraven.
Si bien pareciera que la pandemia detuvo el reloj, la innovación no se detuvo y hoy es posible integrar dos soluciones que siempre fueron complementarias pero que no podían hablar entre sí. A través de la solución Radio Alert los radios digitales hoy pueden interoperar con soluciones de video, haciendo posible un ecosistema de tecnología realmente integrado que permite reconocer eventos importantes, anticipar acciones y ayudar a prevenir situaciones antes de que sucedan.
Todo esto genera una mejor experiencia dentro del aeropuerto que se traduce en operaciones eficientes, logística confiable con mayor seguridad y protección para los pasajeros en tránsito y empleados. Después de todo, un aeropuerto es la primera y última impresión que tiene el viajero de una ciudad, región e incluso país.
Fuente: Vía Central.