- En el ámbito de la salud, la sostenibilidad adquiere una dimensión aún más compleja: la de la perpetuidad del sistema sanitario gracias a una adecuada gestión, tanto económica como de los pacientes. Apostar por políticas que fomenten buenos hábitos contribuye a la prevención de muchas enfermedades, y a evitar el coste de curarlas.
Santiago de Chile, 28 de octubre de 2022.- El derecho a la salud es un valor en un mundo ideal y en muchos de los casos se materializa en el acceso a una atención médica de calidad que proteja la vida de las personas, desde la prevención, diagnóstico, tratamiento y el acompañamiento médico necesario para garantizar el bienestar de la población.
Actualmente, la gestión de la salud converge en la búsqueda de construir modelos sostenibles que apunten a la optimización de recursos en la lógica de la costo- eficiencia, pero que logran resultados en salud capaces de proteger la vida de la mayoría de las personas posibles, generando mayor cobertura.
Hemos escuchado repetidamente la importancia de fomentar hábitos saludables: es mejor prevenir alguna enfermedad que después curarla. Esto no sólo se aplica para los pacientes sino también para los sistemas de salud. Imaginemos ¿cuánto recurso financiero y humano se ahorraría si los programas de salud enfocaran sus baterías en educar para la salud y prevenir enfermedades, antes de que los pacientes lleguen a requerir cuidados hospitalarios y terapias avanzadas?
UN EQUILIBRIO NECESARIO ENTRE PREVENCIÓN Y CURACIÓN
El Dr. Julio Frenk, actual rector de la Universidad de Miami, y Octavio Gómez Dantes se refirieron al tema en un estudio publicado en el año 2016 en la revista del Instituto Nacional de Salud Pública de México, como la necesidad de encontrar el equilibrio entre la promoción de la salud y la atención a la enfermedad, enfatizando que los buenos sistemas de salud implementan programas y políticas para mantener sana a su población y, en caso de enfermedad o lesión, garantizar el acceso a servicios de salud de calidad. Sin embargo, en la mayoría de los sistemas la atención de la enfermedad se ha priorizado por encima de la construcción de ambientes sanos y la promoción de comportamientos saludables.
El artículo del Dr. Julio Frenk y su equipo hace un análisis histórico del cómo se mudó de la preocupación por la higiene personal y la salud pública hacia el interés por la enfermedad y su atención y cómo “la actual transición epidemiológica ha incrementado la preocupación por el dominio de las posturas curativas de las condiciones de salud y sus consecuencias financieras”.
Resulta alarmante cuando vemos las cifras ya que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades no transmisibles son responsables de al menos el 60 % de las muertes en todo el mundo, y la mayor parte de estas se concentra en países en vías de desarrollo.
El tratamiento de estas enfermedades es considerablemente más costoso que el tratamiento de otras más comunes como las infecciones comunes. De acuerdo al último reporte de la Federación Internacional de Diabetes, en el año 2021 se estimaron 537 millones de casos de Diabetes Mellitus en mundo y los gastos sanitarios directos debidos a la diabetes se acercan ya al trillón de dólares. Si se sigue favoreciendo la atención curativa en el combate a estas enfermedades, los sistemas de salud se volverán financieramente insostenibles.
ALIANZAS PÚBLICO-PRIVADAS: LA CLAVE PARA LA SOSTENIBILIDAD DE LOS SISTEMAS DE SALUD
Por lo tanto, se requiere un equilibrio entre la atención de la salud y la atención de la enfermedad ya que, de acuerdo con este análisis, el principal reto de los sistemas de salud en este siglo es evitar reduccionismos que dividen y abrazar la riqueza de diferentes perspectivas a través de acciones integradoras, y es aquí donde las alianzas público-privadas cobran especial importancia.
La visión de la OMS reconoce la importancia de la innovación y colaboración entre los sectores y contempla nuevos modelos de negocio en la prestación de servicios. Esto representa una gran oportunidad para gobiernos y empresas privadas, pero sobre todo un gran beneficio para la población, quien podrá sentir los efectos de la colaboración público-privada al mejorar significativamente la atención y el cuidado de su salud.
Un gran ejemplo de colaboración ha sido el interés de gobiernos y empresas para luchar contra la hepatitis C. De acuerdo con la OMS, 71 millones de personas viven en el mundo con esta enfermedad y la gran mayoría de quienes la tienen lo ignora, por lo que ha sido determinante implementar campañas de diagnóstico para motivar a los pacientes a hacerse las pruebas y recibir tratamiento.
Los avances en los tratamientos han logrado que esta enfermedad se cure hasta en un 98% de los casos con medicamentos que se administran en pocas semanas, pero se requerían esfuerzos para incrementar el diagnóstico y las campañas desarrolladas en algunos países entre los gobiernos, la comunidad médica y las empresas farmacéuticas han rendido frutos.
Gracias a estas alianzas ha sido posible que menos pacientes requieran atención médica especializada en los sistemas de salud reduciendo la carga de la atención, y es posible que en el futuro esta enfermedad pueda ser erradicada.
Es el momento de una nueva narrativa que destaque la innovación y el valor de la colaboración para enfrentar retos de salud, una comunicación mucho más transparente hacia la solución de problemas, involucrando a todos los miembros del sector, comunidad médica, grupos de pacientes, pacientes, cuidadores, gobiernos y empresas, pero sobre todo, es el momento de revisar y planear el sistema de salud que se necesita para enfrentar las enfermedades crónicas, el envejecimiento y una gran demanda de gasto farmacéutico; de revisar cómo a través de las alianzas público-privadas se pueden enfrentar retos; y -sobre todo- de transitar de un sistema curativo a un sistema preventivo, en un entorno actual inmerso en la actual pandemia de COVID_19 que ha afectado de manera importante el gasto en salud en el mundo. Esta pandemia representa también un gran ejemplo de colaboración a todos niveles anteriormente mencionados, lo que ha permitido tener un acceso rápido a vacunas de COVID-19 y reducir la severidad y mortalidad de la enfermedad.
Fuente: Llorente y Cuenca