El Mandatario intervino en la Primera Sesión y se refirió a la cooperación multilateral, democracia, Derechos Humanos, derechos sociales, migración y medioambiente.
El Presidente de la República, Gabriel Boric Font, participó en la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, realizado en República Dominicana. Durante la jornada, el Mandatario también visitó el Palacio Nacional donde, junto a las diversas autoridades internacionales, asistieron a la fotografía oficial del evento.
Durante la primera sesión del pleno de los países integrantes de la organización, Mandatario realizó una intervención que se extendió por 19 minutos y se enfocó en la cooperación multilateral, democracia, Derechos Humanos, derechos sociales, migración y medioambiente.
A continuación la declaración del Presidente:
Sr. Presidente de la República Dominicana, Don Luis Abinader, Sr. Secretario General Iberoamericano, Andrés Allamand, compatriota, señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno de los países iberoamericanos y todos quienes participan de esta instancia.
De seguro muchos de quienes nos estén viendo se preguntarán para qué sirven estas cumbres, ¿es real el discurso de integración iberoamericano y latinoamericano?
Permítanme contarles a ustedes una anécdota. Durante el mes de febrero nuestro país, Chile, sufrió una serie de incendios forestales que han sido de los más dañinos que hemos vivido en los últimos tiempos. Las zonas afectadas alcanzaron más de 400 mil hectáreas, cientos de familias perdieron sus hogares y 26 compatriotas perdieron su vida. En aquel doloroso momento para nuestra Patria y en momentos de angustia les escribí personalmente a varios de ustedes. Todos me respondieron.
Y la solidaridad demostrada por la comunidad iberoamericana fue realmente conmovedora ya que la respuesta, ante el llamado de ayuda que hicimos desde el pueblo chileno, fue inmediata e impecable con voluntarios y voluntarias que, incluso, estuvieron dispuestos a arriesgar sus vidas lejos de su Patria para poder combatir el fuego que nos asolaba.
Fue, justamente, la acción coordinada y concertada para enfrentar esta emergencia que ocurrió en el sur de nuestro país lo que permitió contener la mayor parte de los incendios y frenar el avance de esta desgracia.
En nombre de Chile, tomo esta oportunidad para agradecer el invaluable apoyo y las numerosas muestras de generosidad de los países que integran esta comunidad iberoamericana; de Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, de diferentes países de nuestra Patria grande y también, y por eso digo iberoamericana, de Portugal y España que, cruzando el océano, estuvieron también disponibles a ayudarnos.
Solo a través de la solidaridad seremos capaces de enfrentar los tremendos desafíos que tienen nuestros pueblos. Y, por eso estas cumbres son tan útiles porque generan ese espíritu de solidaridad, generan esos lazos que nos permiten salir adelante juntos de los momentos difíciles.
Este que doy es un ejemplo y, sin lugar a dudas, cada uno de ustedes, seguro, podrá contar otros, pero también debemos admitir que no basta, que podemos hacer más aún. Debemos proteger y fortalecer instancias valiosas como esta, las que solo tendrán relevancia si son capaces de suscitar respuestas efectivas y oportunas a las demandas no de los gobernantes, sino de nuestros pueblos y a los desafíos apremiantes de nuestro tiempo.
La promoción de los derechos digitales en todo el continente, el plan conjunto para enfrentar la crisis climática que nos azota cada año con mayor fuerza o la ruta compartida para alcanzar seguridad alimentaria en nuestra región son ejemplos concretos que, además, como ha señalado el secretario general de la cumbre tienen un mecanismo de seguimiento que les da sentido y, por lo tanto, tienen impacto en nuestros países.
Celebro, entonces, el foco en la obtención de resultados que caracteriza a esta instancia de cooperación y la inclusión de mecanismos de seguimiento de compromisos en el tercer Plan de Acción Cuatrienal 2023-2026.
Ahora, estimados y estimadas colegas, permítanme una reflexión, aunque sea majadero en este tema. Con la gran mayoría de los países aquí presentes nos une algo que es muy valioso y nada de obvio en el mundo de hoy. Tenemos, sin lugar a duda, legítimas diferencias políticas, pero compartimos, a la vez, valores comunes. Y uno de los principales valores comunes que compartimos con la gran mayoría de los aquí presentes es que fuera de la democracia no hay libertad ni dignidad posible.
Y esto lo sabemos muy bien en Chile en un año en que, como saben, conmemoramos 50 años del Golpe de Estado que derrocó al Gobierno democrático y constitucional del Presidente Salvador Allende e instauró un régimen de terror, de muerte, de exilio y de pobreza. La dictadura chilena nos enseñó de forma brutal los riesgos de relativizar la democracia y los derechos humanos, y aprendimos que nunca, bajo ninguna circunstancia y con ningún pretexto ello se debe permitir.
Por eso, estimados colegas no es aceptable de parte nuestra callar ante la dictadura familiar de Ortega y Murillo en Nicaragua que acaba de privar de su nacionalidad a 94 opositores y deportar a más de 200 presos políticos. Lo hemos dicho antes, pero bien vale recordar que pareciera no saber, Ortega, que la Patria se lleva en el alma y en la sangre y no se quita por decreto. Eso bien lo saben Gioconda Belli, Sergio Ramírez o Dora María Téllez, entre tantos otros.
Hoy vemos en el mundo entero nuevos riesgos y amenazas que acechan a la democracia que tanto ha costado construir. Y frente a ello debemos responder con más democracia no con menos. Y eso es lo que creemos, humildemente, estamos haciendo en Chile en donde, después de la crisis político-social difícil, intensa que vivimos el 2019, previo a la pandemia, nos hemos embarcado en un Proceso Constituyente que actualice nuestras reglas de convivencia, por cierto, no sin dificultades que son propias de la misma democracia, sigue hoy un nuevo curso institucional buscando amplios y nuevos consensos, ya que después del rechazo que nuestro pueblo hiciera de la propuesta que emanó de la Convención Constitucional hemos decidido darnos una nueva oportunidad.
Los problemas de la democracia, insisto, se solucionan siempre con más democracia y nunca con menos.
Ahora, es importante también saber que una nueva Constitución no basta ni es en sí misma la panacea que va a resolver todos nuestros problemas. Necesitamos también incorporar a nuestras instituciones procesos de reformas graduales, pero continuos que se hagan cargo de los desafíos de nuestros países. No a la defensa irreflexiva del estatus quo.
Como decía hace poco un lúcido analista uruguayo sobre nuestro país, Juan Pablo Luna, el problema de Chile radica en la imposibilidad, hasta ahora, de institucionalizar en el tiempo procesos de cambio y transformación social que logren, al mismo tiempo, incorporar y vertebrar a los sectores populares sin destruir a las élites locales.
Por eso, es necesario insistir en mayor justicia social y más inclusión en los procesos de toma de decisiones; igualdad de género en serio y no solamente en los discursos, por ejemplo, reconociendo que las labores de cuidado llevadas adelante en América Latina principalmente por mujeres producto del machismo y el patriarcado que históricamente se ha impuesto en nuestro territorio, son trabajo, las labores de cuidados son trabajo y deben ser reconocidas y valorizadas como tal, insistiendo en que el desarrollo y el crecimiento debe ser, a la vez, con una justa distribución de la riqueza y no con una profundización de las desigualdades o indiferencia frente a las desigualdades.
También, en la creación de Estados de bienestar que den a todos nuestros compatriotas un colchón común que no los abandone en tiempos de incertidumbre como los que hemos vivido últimamente y en donde la maternidad, la vejez, la enfermedad o ser parte de un grupo minoritario no sea causal de exclusión, pobreza y discriminación, como en muchos casos es la realidad hoy día.
En esta línea y escuchando las intervenciones anteriores, me permito compartir la preocupación expresada por el Presidente de Bolivia, Luis Arce, ante los riesgos que, una vez más, la desregulación del capitalismo financiero expone a nuestra naciones. La incertidumbre de hoy pareciera señalar que los grandes capitales y sus defensores acérrimos no hubiesen aprendido lo suficiente de la crisis del 2008 y sus efectos, como siempre, lo sufren los más pobres.
Junto con estos tremendos desafíos, tenemos que abordar en conjunto las urgencias que aquejan a nuestros pueblos. Y dos de ellos son particularmente graves, por lo menos hoy día en Chile, la seguridad y el fenómeno migratorio.
No hay bienestar posible si no somos capaces de hacer valer el estado de derecho, si no defendemos la fuerza de la ley que no es otra cosa que evitar que prime la ley del más fuerte. Y en esto combatir con fuerza e integridad, no dejando espacio a la corrupción, a la infiltración en las policías, en nuestros sistemas judiciales, en la política, combatir con esa fuerza las bandas criminales que socavan la convivencia de nuestras sociedades es algo en lo que no debemos titubear.
Son, estimados colegas, los delincuentes y sus organizaciones las que deben tener miedo y no las grandes mayorías trabajadoras, honestas y pacíficas que son los habitantes de nuestras Patrias. Trabajemos más y trabajemos juntos en desarticular al narco transnacional y todos sus derivados.
Sobre migración. Sabemos que los flujos migratorios han presentado cambios importantes en la última década no solo en nuestra región, sino que en el mundo. Hoy, la gestión de la migración constituye, quizás, uno de los más grandes desafíos regionales. Y en esto no hay ninguna receta infalible para abordar los efectos de esta crisis y el camino de cualquier solución sostenible pasa por ser capaces de trabajar en conjunto entre países de origen, de tránsito y de destino bajo el principio de la responsabilidad compartida y la solidaridad regional.
Tenemos, estimados y estimadas, que ser capaces, entre todos, de lograr una migración segura, regular, ordenada y humana que resguarde los derechos de las personas que emigran y también los derechos y seguridad de las comunidades que los acogen.
Para ello, urge acelerar e intensificar la coordinación entre nuestras autoridades policiales y migratorias para contrarrestar redes de crimen transnacional organizado tales como la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes que, además, muchas veces, por la fuerza, se asocian a tráfico de armas y tráfico de drogas. Porque es inaceptable, nos tiene que dar rabia que algunas pocas personas se aprovechen de esta crisis y lleguen a nuestros países con la intención de hacer de la migración un negocio o un camino para desconocer la legislación vigente.
En Chile no lo vamos a aceptar y estoy seguro de que la gran mayoría de los países aquí presentes están en la misma disposición porque no podemos tolerar que continúe el ingreso irregular a nuestros países eludiendo el control migratorio. Y, por ello, es fundamental intensificar las conversaciones bilaterales, país a país, para mejorar la gestión de fronteras, compartir más información entre policías y autoridades migratorias, desactivar las redes y bandas que alimentan la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes y desincentivar el ingreso irregular.
En este sentido, me alegro profundamente de las buenas conversaciones que, sobre este tema, hemos sostenido en esta cumbre con el Canciller de Venezuela, a través de nuestro ministro de Relaciones Exteriores y, personalmente, con el Presidente de la hermana República de Bolivia, Luis Arce.
Asimismo, a nivel multilateral, no es necesario crear nuevas instancias, fortalezcamos las que tenemos. Hago un llamado a ponerle más ñeque, más empeño a la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones, los procesos consultivos regionales y el Proceso de Quito, el cual tendremos el honor de presidir este año.
Como último punto, quiero detenerme brevemente en el lema que abraza esta cumbre, “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”. ¿Qué desafío representa esta frase? Es un desafío que tiene tres patas, la crisis climática, la pérdida de la biodiversidad y la crisis de contaminación. Ante la realidad ambiental que hoy vivimos no existe ninguna iniciativa individual que logre asegurar nuestro bienestar como humanidad o, incluso, nuestra supervivencia; como bien decía el Presidente de Argentina, Alberto Fernández.
El único camino posible hacia una solución es a través de los esfuerzos y estrategias conjuntas. Es por ello que resulta imperativo la existencia de instancias como estas de cooperación iberoamericana que trabaja enfocado en acelerar el avance de los ODS, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que, y en esto creo que es importante detenerse un segundo, vale la pena explicar y difundir bien porque hemos visto, también, en algunos países cómo movimientos de ultraderecha o derechamente de posverdad buscan desacreditar a los Objetivos de Desarrollo Sustentable, a los objetivos que no hemos puesto como humanidad para el 2030. Difundámoslos de mejor manera como países, son objetivos nobles por los cuales vale la pena pelear.
Hago propia la carta medioambiental que suscribiremos en esta ocasión que pone de manifiesto nuestro compromiso regional de contribuir desde Iberoamérica a la lucha global por el futuro al nuestro planeta. Y es de capital importancia fortalecer y transformar el sistema de financiamiento climático a nivel internacional. Esto es algo que no recuerda permanentemente -creo que no está aquí presente- la Presidenta de Barbados, Mía Amor Mottley, cuando nos dice que, en línea con lo dispuesto en el Acuerdo de París, tenemos que hacernos cargo, también, de que los países desarrollados, en materia de financiamiento, se hagan cargo de las pérdidas y daños asociados al clima en nuestra región.
Aprovecho esta instancia para expresar la satisfacción que, como Estado, nos embarga por el éxito de las negociaciones del Tratado sobre Biodiversidad Marina, más allá de las jurisdicciones nacionales. Cuidar los océanos es cuidar la vida en la tierra. Y desde Chile expresamos nuestro profundo compromiso con esta tarea; estamos avanzando junto con nuestra ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, de manera intensa en esto.
Es por ello que, como país, hemos formalizado nuestro interés de albergar la secretaría de este tratado, para lo cual esperamos contar con el apoyo de la comunidad iberoamericana.
Estimadas y estimados representantes, no puedo dejar de referirme, brevemente, a la inaceptable guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. Esta invasión ya tiene más de un año y pareciera que en el mundo nos acostumbramos a ella, no nos podemos acostumbrar, tenemos que seguir condenándola y seguir haciendo esfuerzos para la paz.
Acá hay una violación flagrante de los principios fundamentales de la Carta de Naciones Unidas que hace, además, oídos sordos a la historia dolorosa de la humanidad y no puede dejarnos indiferentes.
Tuve la oportunidad de conversar hace pocos días largamente con el Presidente Zelenski y le manifesté el apoyo de Chile a los esfuerzos de paz llevados a cabo en el marco de las Naciones Unidas. Le di, por cierto, mi respaldo frente a la tragedia que está viviendo el pueblo ucraniano.
También, y para ir terminando, quiero saludar a la próxima presidencia de España de la Unión Europea que, entiendo, se hará efectiva durante el segundo semestre este año. Le expreso todo nuestro apoyo a Pedro Sánchez y su Gobierno en tal magna tarea. Desde Chile lo vemos como una gran oportunidad para mejorar la integración entre nuestro continente americano y la Unión Europea, siguiendo la línea del acuerdo al que llegamos entre Chile, y la UE para la modernización de nuestro Tratado de Asociación Multisectorial que, orgullosamente, terminamos este año.
Entre América Latina y la Unión Europea tenemos valores compartidos que, en un mundo en donde estos están amenazados, es necesario unir fuerzas y convicciones para defenderlos. Los invito a que reafirmemos y renovemos nuestro compromiso con el multilateralismo, con los valores de la solidaridad y cooperación que están en el centro de esta asociación iberoamericana. Y, también, por cierto, la convicción profunda de defensa de la democracia, los derechos humanos siempre y la paz, todos ellos principios que si no defendemos harán a nuestros pueblos más infelices y menos prósperos.
Muchísimas gracias.
Fuente: Prensa Presidencia.