- María Isidora Mena, docente del diplomado en Gestión de la Convivencia Escolar de la Universidad San Sebastián, aseguró que realizar cambios en la gestión de la convivencia escolar favorece el aprendizaje.
En tiempos de cambio, la gestión escolar se ve desafiada por diversos factores. Los efectos de la pandemia, los conflictos sociales y un contexto internacional de constante crisis han afectado a toda la sociedad, incluidas las comunidades escolares, generando un estrés generalizado que afecta tanto a estudiantes como a docentes y apoderados.
En este contexto, la psicóloga infanto-juvenil y educacional Dra. María Isidora Mena, académica del Diplomado en Gestión de la Convivencia Escolar de la Universidad San Sebastián (USS) y fundadora del Centro Valoras UC, entregó algunas claves de gestión que todo establecimiento debería considerar para fortalecer el aprendizaje de sus estudiantes.
“Es natural que una sociedad estresada fácilmente se desregule. Más aún, si hay conflictos personales o familiares, la desregulación puede llevar a la violencia, y todo eso se expresa en la escuela. Si un estudiante o apoderado se desregula, se complica al curso entero y a sus profesores”, dijo en un webinar organizado por la Facultad de Psicología y Humanidades USS.
En ese sentido, señaló la necesidad de crear ambientes propicios para el desarrollo socioemocional de los estudiantes, convirtiendo a la escuela en un espacio de bienestar donde se promueva el desarrollo de habilidades como la comunicación, la empatía, la reflexión ética y la resolución de conflictos, principios que son la base de una educación y un aprendizaje integral.
Neurociencia aplicada a la educación
La académica resalta la relación entre convivencia y aprendizaje, identificando tres factores clave: En primer lugar, destaca la importancia de un ambiente resonante, cálido y bien organizado, donde los estudiantes se sientan acogidos. En segundo lugar, enfatiza la necesidad de un vínculo positivo por parte de los adultos. Y en tercer lugar, destaca la importancia de la confianza entre los compañeros.
“Estos factores generan respuestas biológicas en los estudiantes, como la liberación de oxitocina y dopamina, que impulsan la motivación y la curiosidad por el aprendizaje”, explicó la psicóloga. A medida que incorporan, procesan y utilizan el conocimiento, se produce el aprendizaje. Este proceso activa la liberación de dopamina y endorfina -hormonas de la felicidad- creando un círculo de aprendizaje que se fortalece con la colaboración entre pares, estimulando la creatividad, aseguró.
Gestión del cambio
La gestión de la convivencia implica gestionar el cambio, fortaleciendo el vínculo, la confianza y el trabajo colaborativo. Por eso, Mena destaca la importancia de ampliar el equipo de gestión, incluyendo al director, jefe de la Unidad Técnica Pedagógica, inspector general, equipo de convivencia, orientador y una variedad de liderazgos.
La académica también resaltó la importancia de promover instancias de vinculación entre docentes, funcionarios y apoderados para fortalecer la relación escuela-familia, brindando un buen trato y considerando las necesidades de los profesores, más allá de la evaluación y supervisión. Además, enfatiza la necesidad de priorizar un enfoque de integración curricular, relacionando todas las asignaturas y fomentando metodologías participativas a través de talleres.
Finalmente, mencionó la importancia de gestionar la convivencia de manera proactiva para evitar “vivir apagando incendios”, reconociendo que las interacciones visibles en la superficie de la escuela son solo la punta del iceberg, y que existen otros factores subyacentes que influyen en estas interacciones.
Fuente: USS