La mayoría de los titulares y conversaciones instaladas a principios de este año resaltaron que, en tan solo seis meses de funcionamiento, el Registro Nacional de Deudores de Pensiones de Alimentos había registrado a 80.074 deudores, de los cuales 77.700 (97%) son hombres. Sin duda que, presentado de esta manera, a muchos les satisface confirmar su creencia generalizada de que a los hombres no les interesa criar a sus hijos.
Me gustaría que ampliemos esta perspectiva, porque es muy común que generalicemos esos sesgos que son mejor recibidos o que enardecen mucho más las discusiones sociales. Y es que, del mismo modo en que pocos se atreven a relevar el porcentaje restante -aunque sí, es menor- de mujeres que son deudoras de alimentos, pocos o nadie se atreve a visibilizar a esos hombres que han logrado entender que sí tienen que y quieren hacerse cargo de la crianza de sus hijos.
Quisiera ampliarla de la siguiente manera: el último censo realizado en el país en 2017 indicó que, del total de los más de 17 millones de chilenos y chilenas de ese entonces, más de 8 millones son hombres. Puedo entender por qué seguimos dando más plataforma a la versión negativa del hombre que no se hace responsable de la paternidad y, de hecho, no deberíamos dejar de hacerlo. Sin embargo, creemos que es igual de relevante, e incluso con un potencial de impacto aún más positivo, el poder sacar de las sombras a esos padres que sí lo están haciendo bien.
Si comparamos la cifra de los más de 70 mil deudores masculinos con la población total, por más que entendemos que esta podría aumentar, podemos ver que hay amplias probabilidades de existencia de estas paternidades positivas.
En este nuevo Día del Padre, creemos que es sumamente relevante poder instalar esta dualidad de perspectivas, donde seguimos reconociendo y condenamos las preocupantes cifras de los que aún no les importa criar, pero a la vez sacamos a la luz el ejemplo de los que superaron ese estereotipo del género.
Consideramos que al sumar esta narrativa a la discusión social, podríamos contribuir a instalar la visión (y realidad) de que el hombre sí puede ser buen padre y qué significa eso exactamente. Poder ilustrar su cotidianidad y desafíos, que sirvan de ejemplo para los que aún no entienden la importancia de su presencia en la vida de los niños y niñas. Quienes, queriendo estar con ambos padres de forma equitativa, su deseo queda relegado al conflicto de los adultos que determinan cómo, cuándo y por cuánto tiempo pueden convivir.
Las relaciones humanas son sumamente complejas, mucho más de lo que podamos generalizar en discusiones mediáticas. Promovamos las campañas sociales, la educación de la familia en todas sus formas y mostremos cómo se ve ese hombre que realmente es un padre presente.
Erróneamente, se ha creído que al establecer la tuición compartida obligatoria de los hijos e hijas, como la modificación a la ley que se está discutiendo actualmente en Chile, habrá mayor corresponsabilidad de los padres. Sin embargo, en países como España y Francia donde se estableció esta normativa, no se percibió un aumento en los niveles de corresponsabilidad. Una ley no basta para romper una estructura tan profundamente arraigada en la sociedad global, los actores privados también debemos sumarnos con iniciativas que faciliten la labor de los padres, a través de beneficios que les permitan equilibrar el trabajo y la familia, sin distinción de género.
Debemos perfeccionar la discusión, mostrar más perspectivas que nos permitan romper sesgos que ya han durado demasiado tiempo. Visibilicemos las versiones positivas que demuestran que sí es posible ser mejores, no solo como padres, sino que también como seres humanos en una sociedad en constante evolución. Sumemos lo bueno a todo lo malo que estamos comunicando de nuestro mundo, porque la riqueza y variedad de perspectivas nos guiarán a una mejor sociedad.
Catherine Railhet,
Gerente de Recursos Humanos en Natura &Co
Fuente: Público Porter Novelli