- Samur advierte que “es inevitable pensar que es un traje a la medida de la CUT, única ganadora en todo este proceso, pues los niveles de sindicalización obligadamente subirán por sobre el promedio OCDE”.
“Las Pymes esperaban y merecían otra respuesta del Gobierno. Confiaron en que sus llamados de auxilio serían acogidos, creían haber sido oídas oídas y que se había instalado en la agenda la necesidad de blindarlas. Pero la realidad es otra muy diferente: las más de 60 indicaciones no incorporaron un régimen especial como se había prometido. Ni siquiera se hizo mención al aumento del quórum de 8 a 25 trabajadores para la conformación de los sindicatos de empresas con menos de 50 trabajadores.”, señala Marcelo Samur, gerente general de Segal, estudio jurídico que representa a más de mil pymes en Chile.
Destaca que “se dejó fuera de la negociación colectiva los pactos de adaptabilidad, pero se condicionan a un 30% de sindicalización mínima. Esta asimetría muy bien elaborada por algún especialista, carga la balanza a favor de los trabajadores y les resta a los empresarios, generando una asimetría en el poder de negociación que rigidiza la relación laboral, confirmando que las bases de la creación de la reforma sostienen la perversión del empresariado.”
A su juicio se sigue con idea de elevar los estándares de protección de los empleos por contrato. “Si a esto se suma el alto costo de las indemnizaciones, materia que no se toca en esta reforma como otros puntos que debieron tocarse sí o sí, es inevitable pensar que es un traje a la medida de la CUT, única ganadora en todo este proceso, pues los niveles de sindicalización obligadamente subirán por sobre el promedio OCDE (recordemos que Chile está debajo en un 1%) y nadaremos contra la corriente mundial de flexibilización laboral” advierte.
“Bajo este escenario la confianza no se restablecerá. El ministro Valdés parecía una carta de moderación, pero al parecer los compromisos electorales y la composición de la nueva mayoría tienen tanta fuerza que las razones técnicas y económicas no son suficientes para frenar una reforma regresiva y anacrónica”, acota.
Asimismo comenta que “las empresas en Chile no van a desaparecer y buscarán la forma de navegar en estas aguas turbias y hostiles, como siempre lo han hecho, pero esta vez lo harán en un escenario mucho más difícil y menos atractivo para futuros emprendimientos o nacimientos de empresas”.
“Hoy vender y obtener renta es más difícil que antes: impuestos más elevados, incremento de los costos laborales, rigidización de las contrataciones, falta de incentivos, previsionales más altos, etc. Se instaló en el colectivo que los empresarios son malos y abusivos. Hay ciertos casos que no podemos negar, pero también hay que reconocer que el sector privado es mucho mejor empleador que el sector público, y eso sin considerar que sobre los primeros los controles de los organismos técnicos si funcionan y se aplica todo el rigor de la Ley”, precisa.
Fuente: CLIQ Comunicaciones Estratégicas.