Cada año, marzo nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre los logros, desafíos y la vitalidad de las mujeres en todo el mundo. Es un momento para visibilizar los avances alcanzados en materia de equidad de género, pero también para recordar que aún queda mucho por hacer. Y ese sentido, hay un aspecto fundamental para el empoderamiento femenino: la independencia económica.
Sabemos que históricamente las mujeres han luchado por ocupar espacios en la vida pública y laboral, conquistando derechos y desafiando normas arraigadas. Sin embargo, los datos revelan que todavía enfrentamos mayores dificultades para acceder al mercado laboral y obtener ingresos propios. En esa línea, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que la tasa de desocupación femenina (2023) se situó en 8,8%, producto de un ascenso de 4,7% de la fuerza de trabajo, cifra mayor al 4,4% registrado por las mujeres ocupadas.
La autonomía económica de las mujeres es fundamental para garantizar su pleno desarrollo y participación en la sociedad. Significa más que simplemente tener un empleo remunerado; implica la capacidad de generar y controlar recursos, disponer libremente del tiempo y alcanzar metas sin depender de otros. Es un derecho humano básico que aún no se ha materializado completamente para muchas en nuestro país.
Lamentablemente, los datos muestran que hay una serie de factores que limitan la capacidad de las mujeres para alcanzar la independencia económica: desde la falta de acceso a empleos formales hasta la sobrecarga de trabajo no remunerado, donde las mujeres representan el 94,7% de las personas que se encuentran desocupadas o inactivas por razones de cuidado o responsabilidades familiares (INE, 2021).
En la misma línea, según el informe “Las tareas del hogar: percepción y comportamiento”, realizado por Avon y Gentedemente en marzo 2024, en Chile, un 18% de hombres no tiene un trabajo remunerado, mientras que, en el caso de las mujeres, la cifra alcanza un 46%, lo cual refleja una disparidad significativa en las oportunidades de empleo entre ambos géneros.
Según el mismo estudio, en nuestro país 4 de cada 10 mujeres declaran que la distribución de las tareas domésticas está poco o nada equitativamente repartida. Esto subraya la importancia de seguir trabajando para eliminar los estereotipos de género y promover la equidad en el hogar y en el lugar de trabajo, de forma que las mujeres puedan ser independientes económicamente, sin que su vida familiar y/o laboral signifiquen un impedimento.
Es hora de abordar las barreras culturales y sociales, como la idea de que “el dinero es cosa de hombres” o la percepción de que las mujeres deben ser o son “financieramente dependientes”. Hay que desafiar estas nociones obsoletas y fomentar una mentalidad de empoderamiento (financiero) entre las mujeres.
En compañías como Avon, donde más del 70% del equipo científico está compuesto por mujeres y donde se apoya la independencia económica de 4 millones de consultoras alrededor del mundo, he podido ver de primera mano cómo la independencia y empoderamiento económico puede transformar vidas. Cuando una mujer tiene la oportunidad de generar ingresos y crecer profesionalmente, no solo se beneficia ella misma, sino que también beneficia a su familia, su comunidad y la sociedad en su conjunto.
Me enorgullece ser parte de una empresa que ha sido pionera en el empoderamiento económico de las mujeres a través del emprendimiento. Sin embargo, reconocemos que nuestro trabajo está lejos de terminar. Es de suma importancia entender que juntos, podemos y debemos crear un futuro donde el género no determine el destino ni oportunidades de nadie. Es hora de avanzar a un mundo en el que todas las que están y las que vengan puedan vivir empoderadas, libres y autónomas, sin miedo ni necesidades. Y donde por supuesto, podamos hablar de plata.
Karina Suárez Sesnic
Gerenta Comercial de Natura y Avon Chile.
Fuente: Público Porter Novelli