Aproximadamente hace cinco años atrás, la ministra de Energía de la época, Susana Jiménez, destacaba la instalación de medidores inteligentes como una oportunidad de múltiples beneficios para los clientes. Un año después, se estableció que el empalme y el medidor son parte de la red de distribución y por tanto de propiedad y responsabilidad de la concesionaria del servicio público de distribución o de aquél que preste este servicio.
En general, la idea no disgustó a la población hasta que se anunció que los antiguos medidores debían ser reemplazados por “medidores inteligentes” y el costo de aquello sería solventado por los mismos clientes. Frente al descontento popular, la empresa propuso abonar a los clientes un apoyo para que aceptarán realizar este cambio. Sin embargo, según la encuesta CADEM-DF, un 86% de las personas consultadas continuó rechazando la iniciativa.
Entender el gasto energético del país en los sistemas de distribución es fundamental para poder programar y diseñar redes eléctricas inteligentes y, ciertamente, lo que no se mide, no existe y lo que no existe, no se puede mejorar. Por ello, asegurar a los usuarios los beneficios de las medidas es fundamental, como también, comprender los cambios y apoyar el desarrollo tecnológico del sector eléctrico de distribución. La comunicación clara y transparente se vuelve un factor relevante para fomentar la instalación e implementación de la medición más precisa, que permite ver el detalle de la potencia versus el tiempo.
Juan José Negroni Vera
Decano Facultad de Ingeniería UST
Fuente: Simplicity.