Que las familias son una condición necesaria -aunque no única- para el desarrollo social y académico de los niños es un dato ya por muchos comprobado. Investigaciones de autores como Ballen & Moles, Eurydice, Cohen, Banco Mundial, entre otros, dan cuenta del alto impacto de las variables familiares sobre los resultados escolares. En investigaciones un poco más cercanas, José Joaquín Brunner y Gregory Elacqua (2003) determinan que la familia tendría una influencia de entre un 40% a un 60% sobre los logros escolares y, en el caso de los países desarrollados, los estudios atribuyen un peso de 80% a la familia y a la comunidad a la hora de determinar el éxito de la educación ¡80%!
La vida escolar de un niño puede convertirse en una experiencia mucho más poderosa, gracias a la interacción familia-educación. Esto porque el núcleo familiar será el principal motor de desarrollo de su autoestima, autorregulación, una mejor vinculación con los otros y la valoración del proceso educativo para el propio niño. Al mismo tiempo, los miembros del grupo familiar que acompaña -cualquiera sea el o los sujetos que lo componen- mejoran ellos mismos también su autoestima como cuidadores y padres, su percepción de eficacia, su sensación de pertenencia, su adhesión a la asistencia y su relación y empatía con los profesores, según varios autores también.
Este círculo virtuoso se estudia, se sabe, se mide, se intuye, se comenta, pero no necesariamente se promueve o se trabaja con la fuerza que los datos le dan. ¿Cómo podemos apoyar a las familias para que ejecuten ese rol?, ¿Cómo podemos apoyar a padres que lo quieren ejercer y no saben cómo?, ¿Cómo logramos que los colegios promuevan esta alianza con los cuidadores? En el Día Internacional de la Familia, es un buen momento para hacernos esa pregunta.
En nuestra experiencia, ha sido fundamental el poder entrar a las casas y acompañar de cerca a los padres en el proceso de aprender metodologías, herramientas y vinculación en el delicado proceso de crear el “gusto por aprender”. Hemos entrado a más de 8 mil hogares y lo hemos logrado en alianza con colegios y comunidades de distintos rincones del país, pudiendo medir y establecer los primeros resultados.
“El efecto de las familias en la educación es determinante” y no lo digo yo. Lo dicen tantos autores, y nuestras propias tutoras en cada una de las casas y las familias que visitamos semana a semana en todo Chile. Por eso hoy tenemos el espacio y el deber de hablar de las familias. Aunque sea por la fecha que hoy las conmemora, hablemos de su rol, del efecto e impacto en la educación de los niños, del éxito que ayudan a construir en los colegios, del tejido social que sostienen cuando actúan y del positivo futuro que esto puede suponer para toda una sociedad.
Anne Traub M.
Directora Ejecutiva Fundación Familias Primero.
Fuente: Corpo Comunicaciones.