Este sábado se conmemora un nuevo aniversario de la entrada en
vigencia de la Ley 21.100, también conocida como “Chao bolsas
plásticas”, que prohibió la venta y distribución de estos productos en
los comercios de nuestro país.
Agosto 2024. Con el objetivo de proteger al medio ambiente de las consecuencias por
el uso indiscriminado del plástico, el año 2018, el Estado de Chile fue el primero en
Latinoamérica en prohibir la venta y distribución de bolsas fabricadas en un 50% o más,
de materiales derivados del petróleo.
Este sábado se cumplen 6 años de este hito, en los que desde Greenpeace destacan
que “hemos visto una transformación en la conciencia ambiental en nuestro país. Por
un lado, el comercio avanzó en ofrecer alternativas reutilizables, más sustentables, y
por otro, los consumidores adoptaron nuevos comportamientos de compra, trayendo y
llevando sus propios embalajes”, destaca Silvana Espinosa, vocera de la organización
ambiental.
Sin embargo, la representante de la ONG en Chile, reconoce que faltan avances.
“Mientras nos esforzamos en llevar la bolsa reutilizable al supermercado, nos
encontramos con que todos los productos de las góndolas están envasados en
plástico. Lo que, a todas luces, presenta una contradicción. Y así, se pueden encontrar
un montón de otros casos dentro del comercio”, asegura.
Sobre el impacto de este material, explica que su degradación es lenta, lo que deriva
en que estén por siglos liberando sustancias químicas tóxicas en el agua y el suelo.
“Además, en su descomposición, se fragmenta en microplásticos, perpetuando esta
contaminación e infiltrándose en toda la cadena alimentaria”, cuenta. Y lo ejemplifica de
la siguiente manera: “En los diferentes animales, terrestres y marinos, este material se
transfiere mediante las cadenas tróficas de un organismo a otro, en la relación presa-
depredador. Es decir, el plástico, persistente y duradero en su composición, no se
degrada junto con la digestión y se traspasa al siguiente cuerpo, en un círculo de
contaminación sin fin”. Este fenómeno ha sido observado en focas, bivalvos,
crustáceos, aves marinas, entre otras muchas especies, “que incluso mueren de
hambre por no tener espacio en sus estómagos, ocupados por el plástico”, asegura
Espinosa.
Los humanos tampoco están a salvo. “Somos una especie más dentro de la cadena
alimentaria, por lo que estamos igual de expuestos que el resto de los animales. Sin ir
más lejos, distintos estudios científicos han hallado microplásticos en el tejido de
distintos órganos, como el cerebro o la placenta”, afirma la vocera de Greenpeace en
Chile.
De ahí, que el llamado de la organización ambiental sea a que las empresas dedicadas
a la producción y distribución de este tipo de bolsas, reconozcan su responsabilidad en
la crisis ambiental. “Cada decisión corporativa, desde la fabricación hasta la
distribución, impacta directamente en la cantidad de plástico que termina en nuestros
ecosistemas y nuestros cuerpos”, dice su vocera.
Por otro lado, la recomendación a los ciudadanos, es a preferir alternativas
reutilizables, reducir el uso de plásticos y participar activamente en programas de
reciclaje. “Con todas estas acciones esperamos que se contribuya a la protección del
medio ambiente, lo cual impactará directamente en nuestra calidad de vida y salud”,
sentencia Espinosa.
Fuente: Greenpeace