El anuncio de este trascendental hallazgo, publicado hoy en Nature y otras revistas científicas, ha tenido eco en todo el mundo: Las observaciones indican que un evento de ondas gravitacionales recientemente detectado es resultado de la fusión de dos estrellas de neutrones.
Hace sólo algunos días los investigadores Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne fueron galardonados con el Premio Nobel por sus notables contribuciones en la detección de ondas gravitacionales, teorizadas por Albert Einstein hace cien años. Hoy, un nuevo descubrimiento se suma a este revolucionario hito en la ciencia del siglo XXI: La primera observación de luz –radiación electromagnética- proveniente de un evento de ondas gravitacionales detectado por LIGO (Observatorio de ondas gravitatorias por interferometría láser) a fines de agosto pasado. Esta contraparte visible corresponde a una Kilonova: un fenómeno nunca antes detectado que resulta de la fusión de dos estrellas de neutrones.
Los académicos de la Universidad Andrés Bello, Dr. Giuliano Pignata y Dra. Claudia Agliozzo, junto con el Dr. Franz Bauer de la Pontificia Universidad Católica de Chile, son co-autores de un paper al respecto publicado hoy en la revista Nature. “Este hallazgo es muy importante, porque confirma experimentalmente varios modelos que se habían desarrollado para predecir el resultado de la fusión de dos estrellas de neutrones”, explica el Dr. Pignata. Es decir, se pudo evidenciar las hecatómbicas consecuencias de este tipo de fusión, el cual genera estallidos de rayos gamma y produce elementos más pesados que el hierro, como el oro y el platino, a través de reacciones nucleares en un ambiente de altísima densidad; algo que hasta ahora sólo se había teorizado.
La primera detección de una Kilonova es fruto de un esfuerzo de colaboración global. Las observaciones fueron realizadas en el marco de un gran proyecto de sondeo espectroscópico llamado ePESSTO (extended Public ESO Spectroscopic Survey of Transient Objects), donde participan los investigadores chilenos como miembros del Instituto Milenio de Astrofísica (MAS). Las observaciones fueron realizadas desde Chile con el telescopio NTT del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés).
“El principio de una nueva era”
Einstein predijo que algo fuera de lo común ocurre cuando dos cuerpos –planetas o estrellas- orbitan el uno al otro, es decir, un tipo de movimiento que podría causar ondas en el espacio. Estas ondas expansivas son invisibles y viajan a la velocidad de la luz, apretando y estirando lo que sea que encuentren en su camino. Conocidas como ondas gravitacionales, son generadas por los rápidos cambios de velocidad de objetos muy masivos; por ejemplo, al fusionarse dos agujeros negros (como se observó por primera vez en 2015) o, en este caso, al fusionarse dos estrellas de neutrones.
Las observaciones de eventos de ondas gravitacionales durante los últimos dos años han revolucionado a la astrofísica, pues significan una nueva forma de observar el espacio, ampliando el horizonte del conocimiento humano. Es por ello que este nuevo y eminente descubrimiento ha causado tan alto impacto. El comunicado de prensa emitido por ESO plasma las impresiones de los protagonistas de este hito: “Cuando el espectro apareció en nuestras pantallas me di cuenta de que se trataba del evento transitorio más inusual que había visto nunca. Nunca había visto nada igual. Nuestros datos, junto con los de otros grupos, demostraron a todos que esto no era una supernova o una estrella variable de primer plano, sino algo mucho más extraordinario” afirmó Stephen Smartt, quien dirigió las observaciones.
Elena Pian, astrónoma del INAF (Italia) y autora principal de uno de los artículos de la revista Nature, por su parte señaló: “Hay ocasiones excepcionales en las que, quienes nos dedicamos a la ciencia, tenemos la oportunidad de presenciar el principio de una nueva era. ¡Esta es una de ellas!”
Fuente: Universidad Andrés Bello