Desde la filosofía, la literatura, la psicología, la sociología, la nutrición y las ciencias de la actividad física, especialistas de la Universidad de Santiago compartieron sus opiniones respecto a los motivos que explicarían el bajo acatamiento de las restricciones de circulación en Chile, y entregaron consejos para aumentarlo a fin de aplacar la propagación del virus.
Según información entregada por el propio Ministro de Salud el 3 de junio, la movilidad en la Región Metropolitana se ha reducido solo un 30 por ciento respecto de los niveles habituales. “Esto es muy poco”, sostuvo la autoridad, reforzando el llamado a quedarse en casa el mayor tiempo posible. El contagio con COVID-19 del chofer del subsecretario de Redes Asistenciales es otro de los casos que elevó las alarmas respecto a la necesidad urgente de mantener el aislamiento social y respetar este tipo de restricciones.
Ante esta situación, académicos de la Universidad de Santiago de áreas como la filosofía, la literatura, la psicología, la sociología, la nutrición y la actividad física, explicaron a qué factores podría deberse el poco cumplimiento de la medida y compartieron algunas recomendaciones, desde sus distintos ámbitos, para lograr el necesario confinamiento en casa.
Evidenciar las consecuencias de no respetar la cuarentena
Para el licenciado en educación, doctor en filosofía moral y política y académico del Departamento de Filosofía de la U. de Santiago, Mario Sobarzo, existen razones culturales y sociales que provocan que los chilenos no respeten las medidas recomendadas por la autoridad sanitaria.
“Desde el punto de vista cultural, algo que descubrieron los japoneses en el año 2010, cuando vinieron a investigar lo que sucedió con el terremoto, es que los chilenos tendemos a ser poco confiados en nuestras autoridades. De hecho, se salvó una importante cantidad de vidas porque las personas no confiaron en que no habría tsunami y terminaron subiendo a zonas altas”, afirmó.
Desde el punto de vista social, Sobarzo recordó que antes de la pandemia, en Chile aún se desarrollaba el estallido social, caracterizado por “una gran desconfianza en las instituciones” y la percepción de “un sistema arreglado para beneficio solo de unas pocas personas”. “El Gobierno, las Fuerzas Armadas y Carabineros vienen bastante deslegitimados por procesos represivos durante el estallido social y no hay mucho que revertir en ese aspecto”, explicó.
Sobarzo también agrega otro factor. “Hay un análisis que realizan diversos autores -entre ellos, Emil Cioran-, que concluye que los seres humanos preferimos elegir un beneficio de corto plazo, aun cuando eso traiga un perjuicio a largo plazo. Por ejemplo, los fumadores, que prefieren la satisfacción inmediata a resguardarse por el daño a futuro”, indicó.
A su juicio, una de las maneras de revertir esta situación es que el foco de las campañas comunicacionales sea enfatizar las graves consecuencias de incumplir con el confinamiento. “Hay campañas en otros lugares donde a las personas se les muestra de manera descarnada lo que sucede por no cumplir las recomendaciones sanitarias. En Chile, ha habido una visión bastante edulcorada de la pandemia”, consideró.
Atacar la desigualdad
Para la escritora chilena y académica del Departamento de Lingüística y Literatura de la Usach, Andrea Jeftanovic, la situación se explica por condiciones sociales que se han mantenido en el tiempo sin ser solucionadas.
“Santiago, como núcleo urbano, nunca ha logrado sacar de la miseria a una serie de barrios desde comienzos del siglo XX. Bastantes novelas hablan de eso, como Juana Lucero de Augusto d’Halmar o La Chica del Crillón, de Joaquín Edwards. Esos ciudadanos están acostumbrados a deambular por la calle porque no tienen un hogar cómodo y están obligados a salir a buscar el agua, por ejemplo. Tienen toda una estrategia de subsistencia que se realiza en el exterior”, explicó.
Autora de novelas como ‘La Geografía de la Lengua’ y el libro de crónicas ‘Destinos Errantes’, la narradora y ensayista agregó que “salir a pedir dinero a la calle, caminar y encontrarse con otro ha sido un modo de resolver las carencias de un Estado que no ha logrado ser protector”. “Los grupos vulnerables han crecido en la calle por necesidad y eso se ha vuelto una costumbre”, afirmó.
La doctora en Literatura de la Universidad de California reconoció que esto también se relaciona con factores culturales como “la sociabilidad latinoamericana y chilena, donde la calle también es un lugar de encuentro en que la gente, en este momento crítico, aunque tiene que respetar las medidas de salud, necesita y tiene incorporado la necesidad de conversar con el vecino”.
A juicio de la académica, las soluciones a esta situación son estructurales. “La desigualdad no es llegar y taparla, llevando a los sectores más vulnerables a la periferia”, criticó. “Chile ya no está en condiciones de justificar los campamentos, el hambre y el trabajo informal. Tenemos que dar un paso hacia delante en términos de seguridad social, formalidad, nivelar los sistemas educativos y de salud públicos con los privados y alcanzar un Estado de bienestar”, sostuvo.
Seguridad social y concientizar a la población
Desde el punto de vista social, el sociólogo y académico de la Facultad de Administración y Economía (FAE) de la Universidad de Santiago, Luis Garrido, apuntó que el Gobierno ha tenido dificultades para el control de la enfermedad, ya que la región no tiene la preparación o educación necesaria acerca de los cuidados y el control de pandemias, ni ha garantizado la seguridad social a la población para poder estar en casa.
“Es necesario garantizar la seguridad, y ahí es donde yo creo que el Gobierno tiene un desafío importante con respecto a que se mantenga un orden social y se pueda controlar la propagación del virus. Por otro lado, si la gente tampoco ha respetado estas medidas es por la necesidad. Hay mucha gente que necesita salir a trabajar y, si nosotros observamos las cifras del aumento del empleo informal, estas serían un indicador de aquello”, señaló.
Sin embargo, para el experto en gestión y políticas públicas, es necesario que el Gobierno coloque énfasis en la información que se difunde para poder generar conciencia en la población.
“Es un fenómeno social complejo que tiene que ver con las necesidades de las personas. Lo más difícil es lograr hacer que la gente entienda y pueda tener conciencia de lo que implica la seguridad ante la posibilidad del aumento de contagios con el virus”, enfatizó el sociólogo.
Educar y aumentar la ayuda económica
Desde la vereda de la psicología, la experta en desarrollo emocional y académica de la U. de Santiago, Marcela García-Huidobro, identificó dos factores por los que puede darse este comportamiento: la baja percepción de riesgo y los problemas sociales que llevarían a romper el confinamiento, que pueden ser desde la angustia o baja estabilidad emocional, a la violencia en el hogar.
“Yo pienso que esta situación se da por motivos como la baja percepción de riesgo. En la medida que no le ocurra a alguien muy cercano o a sí mismo, se toman menos en serio las medidas sanitarias. Por otro lado, para algunos, el factor del encierro es tan angustiante que ven menos compleja la enfermedad que ver afectada su cotidianeidad y su estabilidad producto de la violencia intrafamiliar, el abuso o el maltrato, en donde salir de casa se convierte en una vía de escape”, explicó.
La psicóloga enfatizó que existen medidas urgentes que deben ser implementadas en los medios de comunicación, como educar a la audiencia con contenidos que los comprometen emocionalmente con la prevención de la enfermedad. También, destacó la urgencia de ayuda económica para aquellos que “deben romper el confinamiento por problemas económicos, por miedo de perder los trabajos o, a su vez, por tener empleos que no se pudieron ajustar a la modalidad online”.
Establecer una rutina de ejercicios
La salud física y la alimentación son otros aspectos clave que no deben dejarse de lado al pensar en permanecer el mayor tiempo posible dentro de casa.
Al respecto, la académica de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física, el Deporte y la Salud (ECIADES) de la Universidad de Santiago, Cecilia Bahamonde, recomendó realizar rutinas de ejercicio, acordes “a la tolerancia al esfuerzo, en tiempo e intensidad, que tenga cada persona”.
“Para hacer una buena rutina hay que fijarse en involucrar todos los músculos: el tren superior, brazos, abdominales y dorsales, además del trabajo de piernas”, señaló la especialista.
Otra de las recomendaciones que comparte la académica, es aprovechar las tareas domésticas para ejercitar el cuerpo.
“Por ejemplo, si tenemos que agacharnos a buscar algo en un estante, podemos hacerlo como una sentadilla. Es decir, mediante un ejercicio a conciencia respecto a qué grupos musculares estamos usando. Eso es algo que hemos perdido mucho, no solo por la pandemia, sino porque hemos dejado de lado esa carga de trabajo asociada a los quehaceres domésticos”, explicó la doctora en Ciencias de la Actividad Física.
Mantener una dieta variada y aprovechar alimentos congelados
En cuanto a la alimentación, la académica del Departamento de Ciencias y Tecnología de los Alimentos de la U. de Santiago, Marcela Zamorano, instó a mantener el orden en las comidas y una dieta variada.
A juicio de la especialista, durante cuarentena, debemos controlar el consumo de calorías “e intentar incluir en la dieta todos los tipos de alimentos, como frutas, verduras, hortalizas, cereales, leguminosas, evitando alimentos altos en grasas o en azúcar”.
Para evitar salir de compras constantemente, la académica consideró una buena idea mantener alimentos congelados.
“En general, gran parte de los alimentos se pueden congelar. Hay algunos cambios sensoriales producto de la diferencia en la textura de los alimentos, pero gran parte de ellos se pueden congelar, como es el caso de todas las carnes y algunas verduras. Lo que hay que tener en cuenta es que una vez descongelados los alimentos no se debieran volver a congelar ya que en esos pasos por diferentes temperaturas pueden producirse deterioros microbiológicos y una contaminación”, advierte la académica.
Fuente: Usach.