El COVID prolongado, definido como la persistencia de síntomas más allá de tres meses después de la infección inicial por el virus SARS-CoV-2, puede afectar de manera significativa a los deportistas, tanto profesionales como amateurs, pudiendo alargar el proceso de recuperación, comprometiendo potencialmente su rendimiento. Esta condición impredecible en duración y gravedad, que puede incluir fatiga, disnea, palpitaciones, una disminución de su masa muscular y una reducción de la capacidad aeróbica, plantea un desafío importante para los atletas y sus entrenadores.
Durante los recientes Juegos Olímpicos de París 2024, más de 40 atletas contrajeron el virus y en el Tour de Francia varios ciclistas tuvieron que abandonar la competencia por el contagio, lo que resalta que el virus SARS-CoV-2 continúa circulando y produciendo COVID-19, pudiendo ser un riesgo para la salud. Según el informe de octubre de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Chile es uno de los tres países de América con más nuevos casos de COVID-19 en los últimos 28 días, con un aumento del 53%, y además, un incremento del 20% en nuevos casos de muertes, solo superado por Estados Unidos y Guatemala. Por su parte, la Universidad Católica en su informe de septiembre revela que, en las personas mayores de 15 años, el SARS-CoV-2 es el principal virus aislado, con un 33%. Esta alarmante situación subraya la importancia de protegerse contra hospitalizaciones y muerte, y abordar los potenciales efectos a largo plazo de la enfermedad, como el COVID prolongado, que puede afectar entre un 10-20% de las personas que tuvieron una infección por el virus, incluyendo a deportistas.
A pesar de que los atletas pueden no formar parte hoy del grupo prioritario para la vacunación, es muy importante que sus entornos cercanos, como familiares, amigos y equipo técnico -que sí formen parte de los grupos objetivos determinados por el Ministerio de Salud del país- estén actualizados en su calendario de vacunación. Esta acción permite disminuir la posibilidad de transmisión del virus, creando una barrera que disminuye el riesgo de contagio, protegiendo no solo al deportista, sino también a la comunidad en general.
El regreso precipitado al deporte sin una recuperación adecuada puede tener consecuencias serias a largo plazo. “No se trata solo de perder semanas de entrenamiento; el COVID prolongado puede tener una serie de efectos secundarios, con limitaciones que dependerán de la sintomatología y los órganos y sistemas más afectados”, advierte la Dra. Alejandra Massoc, Gerente Médico de Vacunas del Laboratorio Tecnofarma. La especialista subraya que algunos atletas pueden tener repercusiones musculares y en su sistema cardiorrespiratorio, después de cuatro meses sin entrenar.
Los expertos recomiendan un enfoque personalizado en la recuperación, que debe ser estructurado e individualizado, considerando no solo los síntomas físicos, sino también el bienestar mental de los atletas. “Es fundamental que los deportistas que hayan tenido COVID-19, especialmente aquellos que desarrollan COVID prolongado, reciban una evaluación multidisciplinaria para asegurar una vuelta segura a su entrenamiento”, explica la Dra. Massoc.
Los casos en los Juegos Olímpicos y el Tour de Francia este año evidencian que el virus SARS-CoV-2 sigue siendo un riesgo en eventos deportivos internacionales. Estos acontecimientos refuerzan la necesidad de mantener al día la vacunación como medida preventiva esencial. “Las investigaciones han demostrado que tres dosis de la vacuna contra el COVID-19 pueden reducir el riesgo de desarrollar COVID prolongado en un 73%, lo que es vital para toda persona, más aún en los atletas que dependen de un estado físico óptimo”, agrega la Dra. Massoc.
La disminución del entrenamiento sobre las cuatro semanas puede generar una reducción de la masa muscular y aumento de los niveles de glucosa y triglicéridos, que pueden complicar más aún la recuperación de los deportistas. “Los efectos de la inactividad prolongada puede afectar el sistema metabólico, cardiorrespiratorio, hormonal y muscular pudiendo retrasar meses su regreso a la alta competencia”, concluye la Dra. Massoc.
Es fundamental que los deportistas den prioridad a una recuperación completa antes de regresar al deporte ya que apresurar el proceso podría comprometer no solo su rendimiento, sino también su bienestar a largo plazo.
Fuente: Prensa Vía Central