- Solo cinco médicos cirujanos realizan este procedimiento en el país.
- Un tercio de las mujeres trans y la mitad de los hombres trans requiere de una cirugía de adecuación genital.
Cada 31 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, buscando sensibilizar contra la discriminación de la comunidad trans.
La doctora Melissa Cifuentes, uróloga del Hospital Carlos van Buren de Valparaíso y Clínica Ciudad del Mar, y una de los cinco médicos cirujanos de Chile que realiza cirugías de adecuación genital, aclara que “para hablar de personas trans no nos referimos a su orientación sexual o a su expresión de género, sino que a su identidad de género en relación con el sexo genital”. La doctora Cifuentes fue alumna del doctor Guillermo Mac Millan, pionero en este tipo de procedimiento en el país, quien realizó la primera operación de adecuación de sexo en 1976.
Según la especialista, “hay algunas personas trans que hacen una transición en la manera de vestirse y de referirse a ellos, siendo llamada, llamado o llamade por un pronombre diferente a su genitalidad. Algunas requieren una transición hormonal, y algunas una transición quirúrgica. Es decir, es muy variable la gama de ayuda que una persona trans necesita”.
Daniela Salazar es ingeniera civil mecánica y ciclista, y hace unos meses atrás se sometió a una cirugía trans afirmativa. Para ella la operación significó una mejora en su calidad de vida en muchos sentidos, “sentirte, verte después de la operación fue de gran ayuda. Son cosas complejas de describir, pero sin duda logró disminuir la disforia y mejoró la autopercepción que tengo de mí misma”.
Acceso a la salud “trans afirmativa” en Chile
Actualmente existen 15 programas para la atención de personas trans en la red pública de salud. Según un estudio realizado por la misma doctora, cerca de 3 millones y medio de personas no tiene acceso a una prestación de salud “trans afirmativa”. Entre ellas, a la cirugía de modificación corporal.
“Si una persona trans nace en una zona donde no está disponible el programa, no tiene dónde atenderse, lo cual es alarmante. Se requiere un tratamiento multidisciplinario, que trabaje en red, con profesionales trans afirmativos capacitados para adaptarse a las necesidades de cada persona trans, pero actualmente esto queda relegado a la voluntad de los profesionales”, explica.
Según la WPATH[1] (sigla en inglés de Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero), un mayor y mejor acceso se relaciona a una disminución en índices de disforia[2] –sensación de incomodidad y/o angustia en personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer-, ansiedad y depresión.
Cirugías feminizante y masculinizante
Según estadísticas internacionales de 2019[3], un tercio de las mujeres trans necesitan de alguna cirugía de adecuación. La primera preferencia es la genioplastia (12%), aumento mamario (10%) y la cirugía facial (7%). En relación hombres trans, cerca de la mitad solicita alguna cirugía, siendo los procedimientos más frecuentes la mastectomía (25%), histerectomía (14%) y genitoplastía (5%).
La “genitoplastía feminizante/masculinizante” o “readecuación genital” es una operación que se realiza desde los años 50. Gracias a los últimos avances tecnológicos y la inclusión del trabajo en equipos multidisciplinarios —entre cirujanos, psicólogos, kinesiólogos y más — se ha podido acortar el tiempo en pabellón, agilizar la recuperación y disminuir los riesgos de complicaciones.
“Solo en la cirugía, el equipo de operación suele estar conformado por ocho personas: tres cirujanos de base, enfermeros y otros profesionales de la salud. Si comparamos el panorama de hace 10 años, los tiempos quirúrgicos han disminuido considerablemente, pasando 8 a 4,5 horas”, afirma la doctora Cifuentes. Además, “sigue siendo una cirugía artesanal, porque requiere de muchas suturas, pero con acceso a la última tecnología es posible disminuir el riesgo de sangrado y, con ello, el riesgo de otras complicaciones”, agrega.
En Chile se han realizado un total de 457 vaginoplastías (desde la primera, en 1976). De estas, 400 fueron realizadas en el Hospital van Buren de Valparaíso, centro donde operó por primera vez el doctor Guillermo Mac Millan; 30 en el Hospital Las Higueras de Talcahuano; 18 en el Hospital San Juan de Dios de La Serena; 5 en el Hospital San José de Osorno; y 4 en el Hospital Sótero del Rio en Santiago.
La cirugía feminizante o vaginoplastía[4] consiste en extirpar las gónadas masculinas, el tejido eréctil y con ello crear una vulva, con labios mayores y menores, además de añadir un clítoris, creando una vagina funcional y estética. “Es una cirugía única y con un bajo nivel de complicaciones, con porcentajes que van del 0% al 7%. Estas pueden ser dolor vaginal, sangrado, apariencia poco estética o en casos más graves una infección”, sostiene la uróloga.
La genitoplastía masculinizante o metoidioplastía[5] utiliza el clítoris bajo tratamiento hormonal con testosterona para aumentar su tamaño. De esta forma el clítoris pasa a ser un pequeño falo que puede cumplir funciones como orinar de pie, capacidad de erección y lograr sensibilidad erógena.
Sobre la cirugía, Daniela Salazar cuenta que “no tuve ningún problema, me operé y esa misma noche estaba comiendo normal. En general pude llevar mi día a día bastante normal y con los mejores cuidados médicos fue todo más fácil. Es una operación invasiva donde el cuerpo en algún minuto se resiente, pero, en general, teniendo todos los cuidados, fue un post operatorio bien llevado y superable. Al poco tiempo volví a subirme a la bicicleta y comencé de a poco, pero segura, a realizar mi vida normal”.
Fuente: BCW Global