Ya es una realidad. Después de cerca de cinco años de tramitación, la ley que fija un límite de 40 horas semanales en las jornadas laborales quedó lista para ser promulgada, algo que probablemente ocurra el próximo 1 de mayo para la conmemoración del Día del Trabajador y la Trabajadora.
Este proyecto ha generado gran discusión en torno a las condiciones laborales de las y los chilenos, en especial al uso de su tiempo en materias como esparcimiento o relación con la familia. Sobre eso nos habló Marcela Briones, académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás (UST), especializada en psicología del trabajo y las organizaciones.
Lo ideal: dividir el día en tres
Según la psicóloga, lo deseable es lograr partir el día en tres partes iguales, destinando 8 horas para actividades personales, 8 para trabajar y 8 de sueño. Sin embargo, esto casi nunca se cumple debido a “que la jornada laboral, más las horas de trayecto, son muy extensas, lo cual termina restando horas de sueño o bien las horas en que se debieran realizar las actividades personales, las cuales incluyen deporte, ocio, tareas domésticas, entre otros”.
“El tema de la reducción de jornada laboral, si bien va a ser progresivo, viene a aliviar este tiempo tan extenso que se gasta entre trabajo y trayectos, ya que si suma las 9 horas diarias, más la hora de comida y los trayectos, la mayoría de las personas está al menos 11 horas fuera de casa. Esto apunta a mejorar la calidad de vida, entregando tiempo que puede ser usado en actividades personales y que hoy no está disponible”, añade Briones.
Este nuevo escenario tendría un impacto positivo en la salud mental de las personas beneficiadas por la baja de horas, siendo esta una población que actualmente tiene altos índices de problemas de salud mental como “estrés, crisis de pánico y ansiedad”.
Chile entre los países que más trabajan… pero que no producen tanto
Uno de los puntos más discutidos es la relación entre las horas efectivas de trabajo y la productividad, algo que no siempre va de la mano. De hecho, según Briones, “en términos de indicadores latinoamericanos, Chile está dentro de los países que trabajan más horas y que no es necesariamente tan productivo”.
Esta baja productividad es multicausal. Además de la falta de tiempo de descanso, también contamos con baja inversión en desarrollo de personas al interior de las empresas, rubros con alta rotación, bajos sueldos y baja motivación por malos ambientes laborales.
“Entonces, en el tema de la productividad no es preocupante porque hoy tenemos muchas jornadas donde hay varios tiempos muertos como “sacar la vuelta” o el “almuerzo extendido”. “Si bien un espacio productivo debe considerar un tiempo muerto, que son espacios propicios para desarrollar la creatividad e ideas nuevas, ahora hay tiempos muertos que pueden ser mejorados”, explica la profesional.
“Cuando se hacen comparaciones con países europeos, efectivamente se trabaja menos y son más productivos porque están enfocados más en la tarea que en la cantidad de horas efectivas que se trabaja para conseguir esa meta. Lo que busca el proyecto de 40 horas es orientar a la población chilena a trabajar en función de metas, de objetivos”, concluye Briones.
Aumentar la productividad: desafío para las empresas
De todas formas, este proyecto de ley también requiere de un factor importante para que se traduzca en un beneficio y no en un inconveniente: cambios dentro de las empresas.
“Tiene que ver con cómo organizamos y planificamos mejor el trabajo, en eso están al debe las empresas chilenas y latinas en general. Se deben planificar ciertas metas, los proyectos a corto plazo, los hitos, para que no se vayan diluyendo y se pueda actuar a tiempo”, comenta la psicóloga, agregando que este “es un tema donde han puesto sus esfuerzos las empresas de alto desempeño”.
También apunta a la burocracia indicando que “hay muchos pasos, demoran las respuestas y eso vuelve lentos los procesos”, hacer más eficientes las comunicaciones ayuda a optimizar el trabajo, o en transformar algunos momentos del día como el desayuno: “se puede pasar el café desde la fase social donde las personas conversan de cualquier cosa en tiempos de trabajo a integrarlo en la reunión o planificación del día”.
“Son cosas que no cortan los espacios que los trabajadores valoran, pero que sí los optimizan en términos de gestión. Una persona con más tiempo para su vida personal también será una persona con un mejor bienestar subjetivo, entonces va a ser más feliz, lo que beneficia en términos de productividad, reconocimiento y motivación”, sentencia Briones.
Fuente: Simplicity