Sr. Mirko Macari,
El día de hoy, el diario electrónico El Mostrador, que usted dirige, ha publicado un artículo en el que, mezclando varias cosas, se alude a mi cónyuge pretendiendo igualar su paso por Gendarmería de Chile, con el de otras personas actualmente cuestionadas por la opinión pública.
Lo primero que debo hacer notar es que, consultada la periodista si es que se estaba haciendo una nota sobre la situación general de dicha institución su respuesta textual fue que “no, es solo sobre usted. Es un encargo personal de don Mirko Macari”. A buen entendedor, pocas palabras.
Pese a lo anterior, creí que se trataría de una nota como las que otros profesionales de ese medio realizan. Esto es, que, pese a la evidente postura política personal de cada periodista, se esmeran por realizar un trabajo cien por ciento profesional.
Pero vamos a la nota. Es efectivo que mi esposa fue jefa del departamento de Reinserción Social en la administración pasada. Lo que su artículo no aclara con suficiente fuerza o interés, no obstante, es que a ese cargo no llegó de la nada, sino que a partir de su experiencia de varios años de desempeño profesional en esa misma área de Gendarmería, pues trabajó ahí en los gobiernos de los ex presidentes Eduardo Frei Ruiz Tagle y Ricardo Lagos.
Respecto a los ingresos. Como todo jefe de departamento, percibió una renta líquida de 2,8 millones de pesos, la que trimestralmente -como a todos los jefes de esa categoría-, se incrementaba con una asignación que totalizaba un promedio anual de poco más de tres millones de pesos líquido. En síntesis, ella tuvo el mismo sueldo -ni un peso más, ni un peso menos- que todos aquellos funcionarios que tenían cargos similares, pues dicha renta está fijada por ley. Si hubiese existido un ánimo informativo y se ponían las cosas en su debido contexto, se debió consignar además, tal como lo solicité, que mi señora NUNCA cotizó en DIPRECA, y que, por ende, jamás ha estado relacionada con las pensiones abultadas que hoy están en el escrutinio público.
Mi reflexión es amarga. En la nota se omite información de fondo, se descontextualizan las cosas y se mezclan datos, con el evidente objetivo de producir una idea falsa de los hechos en la opinión pública. No culpo a la periodista, ella cumplió con el encargo personal de su jefe, usted.
Tengo un profundo cariño por Gendarmería de Chile, donde tuve el honor de trabajar, y por esto espero que se separe la paja del trigo, dejando claro que la enorme mayoría de sus funcionarios se esfuerzan día a día por su trabajo, apegados cien por ciento a la ley.
Respecto a esta nota, y otras que ya me ha tocado vivir, espero que los medios de comunicación tengan algún día un órgano real, en donde un ciudadano pueda exigir que se controlen los estándares éticos mínimos que deben enmarcar tan noble labor. Por mi parte, yo seguiré defendiendo a ultranza el derecho a informar como eje fundamental de nuestra sociedad, pues sé que el 99 por ciento de los periodistas son gente responsable y consciente de lo gravitante que es su trabajo para la democracia.
Finalmente, le preciso que estoy consciente de que estos son los costos de estar en la primera línea política. Otros durante estos años han preferido el bajo perfil. Yo, en cambio, seguiré trabajando y diciendo lo que creo correcto, teniendo claro que, en cualquier otro minuto, algún otro Mirko hará un encargo personal a uno de sus profesionales.
Mario Desbordes Jiménez