Cada 17 de mayo se conmemora el Día Internacional Contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, día en el que se eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1990. Tras este hito, en diferentes lugares se comenzaron a generar normativas legales ante hechos de discriminación al colectivo LGBT+. Pese a lo anterior, actualmente en Chile año a año siguen aumentando los crímenes de odio. A modo ilustrativo, el año 2022 finalizó con un total de 6 homicidios a personas de la diversidad sexual de un total de 1.046 hechos de violencia hacia este grupo, según datos del Movilh.
Son situaciones que continúan generando inseguridad, preocupación y miedo en las diversidades y disidencias, siendo una batalla de constante resistencia por parte de ellas, expuestas a procesos de dominación histórica que emergen a raíz de una cultura chilena heteronormada y patriarcal.
Pese a los avances legislativos en la temática, aún es urgente reparar los daños invisibilizados y obtener el apoyo necesario en las causas de crímenes de odio inconclusas hasta hoy. De lo contrario, continuaremos inmersos en un sistema que oprime convirtiendo el daño a la salud mental de las personas en un problema insoluble.
En Chile se evidencia el deterioro de la salud mental en esta comunidad, enmarcada en un contexto discriminador y prejuicioso, con situaciones de bullying que exponen a cientos de niñas, niños y jóvenes a experiencias violentas. Desde un análisis interseccional, constantemente se ubican en una posición de riesgo, al estar expuestas a vivencias que restringen sus derechos por el simple hecho de expresar su orientación sexual y/o identidad de género libremente, generando en ocasiones daños irreparables en múltiples dimensiones.
Por aquello, es un desafío a nivel nacional reivindicar a las disidencias y diversidades sexo-genéricas, en cuanto a sus derechos y dignidades que han sido históricamente vulneradas. El ámbito jurídico ha avanzado hacia una sociedad más justa, promulgando leyes de matrimonio igualitario, identidad de género, acuerdo de unión civil, antidiscriminación, entre otras. Es crucial continuar avanzando en esta línea, así como también en cambios socio-culturales a través de una educación sexual integral, construyendo un país cada vez más respetuoso, empático, que acepta y otorga reconocimiento a las diversidades.
Verónica Villagra Acosta
Académica e investigadora, Escuela de Trabajo Social, Universidad Santo Tomás, Viña del Mar.
Fuente: Simplicity