● En el Día Mundial de las Ballenas, Greenpeace recuerda que actividades como
la salmonicultura y la pesca industrial, las expone a muertes o accidentes por
colisiones con buques, enmallamientos y desorientación por el ruido de motores, por el alto tráfico de estas embarcaciones.
Santiago, febrero de 2025. En el Día Mundial de las Ballenas, cabe recordar que
nuestro país es uno de sus principales corredores, dentro de sus rutas de navegación. Nuestra
posición geográfica conecta las cálidas costas de Colombia y Ecuador, útiles para la
reproducción, con los fríos mares de la Patagonia y la Antártica, que les sirven como zonas de
alimento y refugio. Esto transforma nuestro mar en un paso clave para las migraciones del 46%
de los cetáceos del mundo.
Algunas de las zonas de mayor concentración, donde es posible avistar especies como la
ballena sei, jorobada, azul y franca austral, incluyen el Golfo Corcovado, entre las regiones de
Los Lagos y Aysén, la Región de Magallanes, particularmente el Parque Marino Francisco
Coloane, y el archipiélago del Pingüino de Humboldt, entre las regiones de Atacama y
Coquimbo, donde la riqueza biológica atrae a diversas especies de cetáceos. Esta última en
amenaza por el proyecto minero Dominga, que incluye la construcción de un puerto en la zona.
Precisamente, por el avance industrial, nuestro país dejó de ser un cruce seguro para las
ballenas. “En la Patagonia, una de las principales zonas de alimentación de las ballenas, se ha
identificado que el 83% del tráfico marítimo corresponde a embarcaciones vinculadas a la
industria de la acuicultura, con actividades como la salmonicultura. Esto ha generado colisiones
con las ballenas, las que corren riesgo de muerte por el impacto. Asimismo, el ruido de los
motores las confunde, provocando alteraciones en su comportamiento y desorientación en sus
rutas migratorias”, explica Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace Chile.
Acoso en el océano
La evidencia es decidora: cruzar Chile se está volviendo una amenaza para su supervivencia.
Hace pocas semanas, la revista Marine Policy dio a conocer que nuestro país tiene la mayor
tasa de mortalidad de ballenas por causa de colisiones con embarcaciones, a nivel mundial. La
investigación recopiló datos de los años 1972 a 2023 y determinó que de las 226 ballenas
muertas varadas en nuestro país, el 28% se atribuyó a colisiones con embarcaciones, el 7% a
enmallamientos y un 3% a depredación natural.
Y desde que las necropsias se empezaron a hacer de manera sistemática en Chile, el país
pasó a liderar el índice mundial de muerte de ballenas a causa del choque con embarcaciones,
con un promedio de cinco muertes de grandes cetáceos al año.
Aporte ecosistémico
Las ballenas ofrecen un aporte fundamental a nuestros ecosistemas marinos fertilizando el
océano: se alimentan en aguas profundas y, al regresar a la superficie, liberan excrementos
con altas concentraciones de hierro, nitrógeno y fósforo, proceso clave para la cadena
alimenticia marina. Además, pueden capturar enormes cantidades de carbono al interior de su
cuerpo, ayudando a mitigar el cambio climático. En esta labor también participa el fitoplancton:
estas diminutas plantas marinas capturan cantidades significativas del carbono global y
producen más de la mitad del oxígeno que respiramos.
“La conservación de las ballenas no solo protege la biodiversidad marina, sino que también
contribuye a la salud del planeta y la mitigación del cambio climático, por eso es nuestro deber
como país garantizar el cuidado de esta especie y evitar que actividades industriales sigan
poniendo en peligro su supervivencia”, asegura Espinosa.