El desarrollo de un niño o niña no solo se mide en centímetros o kilos, sino también en su bienestar integral. Desde el nacimiento hasta la adolescencia, los controles médicos periódicos son esenciales para evaluar su avance, detectar a tiempo posibles problemas de salud y asegurar que crezcan saludablemente.
En muchas ocasiones, los padres o tutores acuden al médico solo cuando el niño está enfermo, dejando de lado los chequeos preventivos. Sin embargo, estos controles permiten monitorear el peso, la talla, el desarrollo motor y cognitivo, además de identificar factores de riesgo antes de que se conviertan en problemas mayores. Vacunaciones, alimentación, visión, audición y salud emocional son aspectos que deben ser supervisados regularmente.
Cuando los controles se postergan, se pierde la oportunidad de detectar desviaciones en el crecimiento o dificultades en el desarrollo. Un niño o niña que no es evaluado con la frecuencia adecuada podría estar enfrentando problemas nutricionales, retrasos madurativos o condiciones crónicas sin que sus padres lo sepan.
El acompañamiento de los padres o tutores en este proceso es fundamental. Más allá de atender enfermedades, la salud infantil debe abordarse con una mirada preventiva. Un control médico a tiempo puede marcar la diferencia entre un tratamiento sencillo y una complicación evitable.
La invitación es a priorizar la salud de los niños con visitas regulares al médico, ya que la prevención es la mejor herramienta para fomentarles un futuro saludable.
Dra. Ivana Varrenti
Médica general con formación en pediatría Cordillera Interclínica
Fuente: Impronta