En estos días, la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, fue nombrada Champion de la 16ª Conferencia de las Partes (COP 16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD, por sus siglas en inglés), rol desde el que buscará destrabar las negociaciones relativas a temas de biodiversidad marina, costera e insular.
Esperamos que -así como en las conferencias de cambio climático Chile ha logrado plasmar una posición férrea relativa al fin de la utilización de combustibles fósiles en nuestras economías; ha avanzado en las implementaciones del Acuerdo de Escazú en el país, y se transformó en la primera nación del mundo en ratificar el tratado de los océanos- en esta cumbre la delegación nacional pueda abogar por el avance de las sinergias necesarias entre biodiversidad y clima, y que Chile presente una estrategia de protección de nuestra biodiversidad ambiciosa y a la altura de los enormes desafíos que hoy enfrentamos en la materia.
Para que este plan esté a la altura de los desafíos actuales, necesitamos que Chile se comprometa realmente con la protección de la biodiversidad. Esto implica, que el liderazgo internacional que muestra la ministra Rojas sea plasmado también en las políticas públicas a nivel nacional, y para eso es necesario que el gobierno en su conjunto acompañe estas tareas y no continúe socavando, en su propio país, el rol del Ministerio de Medio Ambiente en la búsqueda de protección efectiva de los territorios.
Es necesario que el Ejecutivo sea capaz de proteger efectivamente nuestras áreas protegidas e implemente planes de manejo acordes a estos objetivos. Un caso emblemático es el de la Reserva Nacional Kawésqar, una zona que hoy se encuentra muy degradada por la actividad de la industria salmonera (con sus 67 concesiones aprobadas en el territorio) que es, a todas luces, incompatible con los objetivos de conservación que debiese tener un área protegida en nuestro país. Mientras la ministra Rojas estará liderando en Colombia el llamado a proteger y restaurar la biodiversidad del planeta -y, en particular, de los océanos y zonas costeras-, en Chile se está frenando el avance en los planes de manejos de las áreas protegidas ya existentes, lo cual no sólo va en contra de los compromisos adquiridos, sino que pone en riesgo ecosistemas únicos como es el caso de los fiordos y canales de la Patagonia. Para ponerlo en datos, el 50% de los centros en operación dentro del área protegida Reserva Nacional Kawésqar, ha presentado pérdida total o parcial de oxígeno, generando condiciones que no permiten el desarrollo de la vida. Es incomprensible que, mientras la ministra recibe reconocimientos internacionales, el gobierno no permita que este liderazgo sea ejercido de manera concreta dentro de nuestro país, evitando que las actividades industriales dañinas continúen el deterioro de los ecosistemas y toda su biodiversidad.