Javier Ferraro, Senior Cloud Security Engineer Oracle
En la era digital, donde el flujo de información es constante y las barreras tecnológicas se desvanecen, la ciberseguridad se ha convertido en un pilar esencial para proteger datos en todos los ámbitos, desde lo personal hasta lo corporativo.
Aunque la nube ha emergido como una solución clave para la protección de datos sensibles, su gestión segura no es un desafío menor. En Chile, nueve de cada diez grandes empresas se encuentran en etapas avanzadas de implementación de soluciones digitales, pero este progreso viene acompañado de un aumento significativo en la sofisticación y frecuencia de los ciberataques. El reporte de ciberseguridad de Entel (2023) registró un incremento del 138% en los ciberataques dirigidos a infraestructuras en la nube en comparación con el año anterior. Este panorama exige una respuesta integral y robusta para mitigar riesgos y proteger tanto a las empresas como a la ciudadanía.
Aquí es donde entra en juego el modelo de responsabilidad compartida, un concepto que, sorprendentemente, solo el 10% de los directores de seguridad de la información (CISOs) entienden completamente, según estudios recientes. Este modelo establece que la seguridad en la nube es un esfuerzo conjunto entre el proveedor del servicio en la nube y el cliente, quienes comparten distintas responsabilidades según el tipo de servicio que contraten. Mientras el proveedor se encarga de asegurar la infraestructura subyacente, el cliente tiene la responsabilidad de proteger los datos y configuraciones específicas que maneja. Este enfoque colaborativo es fundamental para minimizar vulnerabilidades y maximizar la eficacia de las estrategias de ciberseguridad.
Si bien la tecnología va evolucionando y hoy los grandes proveedores de servicios de nube, como Oracle, ofrecen entornos resilientes diseñados para detectar y neutralizar amenazas en tiempo real, brindan capacidades avanzadas para gestionar datos sensibles, automatizar actualizaciones y personalizar configuraciones de seguridad, es imperativo que las organizaciones adopten una cultura de prevención y actualización constante de sistemas.
Según Check Point Research (2023), muchas de las brechas explotadas por los ciberdelincuentes derivan de sistemas desactualizados. La formación continua y la concienciación de todos los actores, desde empleados hasta líderes corporativos, son elementos fundamentales para minimizar riesgos.
Chile está en un momento crucial en su desarrollo digital. La ciberseguridad no es solo una medida defensiva; es una inversión estratégica que garantiza la continuidad operativa y refuerza la confianza en un entorno digital. Esto requiere un compromiso colectivo: las organizaciones deben entender y asumir su papel en el modelo de responsabilidad compartida, adoptar tecnologías avanzadas como la nube segura y promover una cultura de actualización y formación constante.
Fuente: Extend