Santiago de Chile, 16 de noviembre de 2022
Nos acercamos hacia fin de año y, como es habitual, en el Congreso se está discutiendo el Presupuesto Fiscal 2023 que será asignado a los diversos ministerios y órganos de la administración del Estado para el próximo año.
Para el Ministerio de Salud, el presupuesto equivale a los $10 mil por persona, donde la mayor cantidad de recursos va hacia la atención secundaria y terciaria de salud en desmedro de la atención primaria que capta menores fondos.
Frente a este contexto, LLYC publicó un artículo en la revista UNO 39 sobre el precio de salud escrito por Roberto Rocha, un especialista en la industria farmacéutica en Brasil, que invita a cuestionarnos sobre ¿cuáles son algunas consecuencias de establecer límites preestablecidos en materia de recursos para el sector salud, que representa uno de los más esenciales en todos los países.
¿Cómo construir un sistema enfocado en la sostenibilidad?
El debate sobre la implementación de la sostenibilidad económica en los sistemas de salud está restringido a la definición de un fondo preestablecido para los gastos y que culmina cuando se define un monto disponible. Así, quienes administran los recintos asistenciales desconocen o ignoran las oportunidades beneficiosas que conlleva la inversión en tecnología médica o implementar terapias con herramientas tecnológicas modernas. Incluso, si la inversión es alta es previsible que se podría reducir el gasto del sector y contribuir a una sociedad más saludable.
Sin embargo, la toma de decisiones está más pendiente del balance de la economía que del impacto concreto de las políticas públicas, aseguran los analistas. Las administraciones han marginado de la discusión a importantes agentes del entorno como son las agrupaciones de pacientes, gremios de profesionales de la salud e inclusive, las familias. Como consecuencia de esta jerarquización entre los recursos necesarios para el rendimiento del sistema por encima de las necesidades de las personas, se construye un vínculo asimétrico y desconectado de la realidad.
Por ejemplo, para el caso de las enfermedades raras en Brasil, entre 2012 y 2019, la mayoría de los fármacos utilizados para el tratamiento enfrentaron el rechazo de la industria farmacéutica cuando fueron presentados ante las corporaciones. Para este tipo de situaciones, no existen protocolos ni procedimientos para la evaluación de medicamentos, a diferencia de lo que ocurre en otros países.
Invertir en tecnología para la salud: asumir un gasto para contribuir a una sociedad más saludable
Y aunque la inversión en tecnologías para los tratamientos de salud es costosa, cabe considerar que los expertos invitan a asumir estos gastos en función de los resultados positivos en la sociedad. E incluso, pueden alcanzar impactos como la descongestión de los sistemas de salud con una reducción de visitas a salas de urgencia, las hospitalizaciones o en los gastos de los pacientes.
La experiencia de la pandemia es el mejor caso para comprobar el importante rol que desempeña la industria farmacéutica. Las vacunas, que permitieron enfrentar la emergencia sanitaria internacional, expandieron la medicina de vanguardia para contener los masivos contagios y elaborar una estrategia global y colectiva basada en la prevención. Incluso, después de esta experiencia y frente a la necesidad de tratamientos contra posibles epidemias, algunos países ya discuten sobre los posibles beneficios de sumar esfuerzos para la innovación y el desarrollo científico.
El riesgo de desarrollar nuevas enfermedades y las constantes crisis sanitarias que nos afectan, invitan a concentrarse en el futuro siguiendo los últimos avances de la ciencia. Las investigaciones en el campo de la genética y los tratamientos para fortalecer el sistema inmunológico son ejemplos de estos desarrollos.
El precio de la salud: un enfoque integral
Esta discusión no se puede restringir a los vaivenes de la economía. Esta visión rígida tiene que mutar hacia un sistema donde los agentes puedan realizar aportes y entregar reflexiones para modernizar las políticas públicas del sector de la salud. Una evolución en el campo de los fármacos puede encaminar a las sociedades hacia el bienestar, la tranquilidad y la productividad.
Actualmente, el verdadero precio de la salud está relacionado con el acceso de las personas a estas oportunidades: medicamentos, tratamientos y tecnología constituyen una tríada esencial para construir un sistema de salud que sea sostenible en su capacidad económica y al mismo tiempo, ofrecer un servicio que esté alineado con las necesidades de los usuarios.
Fuente: Llorente y cuenca.