A juicio del académico del Departamento de Ingeniería Geográfica y Dr. en Ciencias Naturales de la U. de Santiago, Víctor Quintanilla, hechos como el incendio que afecta a la reserva nacional China Muerta, en Melipeuco, se explican, en parte, por la falta de conciencia en la sociedad civil y la escasez de medidas preventivas desde las autoridades.
Asimismo, el académico del Departamento de Química de los Materiales de la misma Universidad y experto en ciencia del suelo, Mauricio Escudey, señaló que, de haber un aumento excesivo de temperatura en los suelos, hay riesgo de perder las semillas de la vegetación nativa y demorar la recuperación de los bosques.
Por su parte, el Dr. en Física y académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago, Patricio Pérez, puso énfasis en la grave contaminación atmosférica producida tras la combustión de especies vegetales como araucarias, cipreses, robles, lengas y coigües.
Por Alex Araya
Más de 1.200 hectáreas ha consumido el incendio forestal que se inició el sábado pasado en predios cercanos a la reserva nacional China Muerta, en la comuna de Melipeuco, región de La Araucanía.
Además de lugareños que debieron ser evacuados, el siniestro amenaza numerosas especies vegetales, como araucarias, cipreses, robles, lengas y coigües, junto a la fauna compuesta por zorros, pumas, águilas y el monito del monte (pequeño marsupial autóctono), entre otros.
Desde la Universidad de Santiago, el académico y Dr. en Ciencias Naturales, Víctor Quintanilla, del Departamento de Ingeniería Geográfica, analiza los factores naturales y sociales que posibilitaron la aparición de las llamas en el bosque nativo.
“En la gran mayoría de los incendios el origen del fuego es el ser humano, consciente o inconscientemente. Junto a ello, la alta sequedad que hemos visto en la zona durante los últimos años provoca que el suelo y la vegetación estén deshidratados”, señala el especialista.
Agrega que, “del mismo modo, la poca humedad en la atmósfera genera gran circulación de viento debido a que el aire es más liviano. Esto lleva a que los incendios se propaguen en mayor extensión y con rapidez”. El experto añade que, “en teoría, hay muchas medidas que se pueden adoptar para evitar nuevos incendios; sin embargo, en la práctica no son fáciles de implementar”.
“En Chile, la escasez de personal para proteger las reservas forestales o parques es increíble; de tal manera que una persona puede arrojar un cigarro o encender una fogata y jamás lo van a encontrar. Por lo demás, no existe un trabajo de educación masiva sobre los riesgos de acampar en zonas secas y cómo un solo vidrio o una lata de cerveza pueden provocar un gran incendio”, sostiene.
A juicio del académico, se podrían crear cortafuegos para frenar el avance de las llamas. “Lamentablemente esto es muy caro y el Estado no cuenta con los recursos para generarlos en zonas apartadas”.
“Es necesario que como sociedad y desde el Estado se eduque a la población, se adopte la mayor cantidad de medidas posibles y se tome conciencia sobre la gravedad de estos incendios, ya que el daño al bosque nativo es incalculable”, asegura Víctor Quintanilla.
Contaminación atmosférica
Por su parte, el Dr. en Física y académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago, Patricio Pérez, puso énfasis en la grave contaminación atmosférica producida tras la combustión de las especies vegetales antes mencionadas.
“Este tipo de incendio contribuye mucho a la contaminación del aire, especialmente por tratarse de sustancias tóxicas que se generan por la combustión incompleta de la leña húmeda o viva. Mayoritariamente se trata de material particulado fino, que puede ser perjudicial para la salud, por lo que es recomendable que quienes estén cerca de la zona o socorriendo la emergencia, tomen todas las precauciones para no inhalar ese humo”. No obstante, señala que el impacto sobre las comunidades afectadas, dependerá de la dirección de los vientos.
Los suelos se recuperan
Finalmente, el académico del Departamento de Química de los Materiales y experto en ciencia del suelo de la U. de Santiago, Mauricio Escudey, explicó que el fuego afecta los suelos por etapas: primero, la eliminación de toda humedad; segundo, la destrucción de la materia orgánica y, finalmente, en temperaturas superiores a los 750 grados, la transformación de los minerales del suelo.
“Sin embargo -agrega Escudey- aun cuando se ha perdido materia orgánica en la superficie, esa primera capa actúa como aislante para el resto del suelo”.
“Obviamente, siempre es un drama perder toda la vegetación porque los tiempos de recuperación son larguísimos, sobre todo en especies nativas. Pero el impacto en el suelo, en específico, probablemente no vaya más allá del primer centímetro y permita que rebroten las mismas semillas de los árboles originales”, aclara Escudey.
“No obstante, si la temperatura es excesivamente alta, esas semillas también se pierden y se haría necesario reforestar para evitar que proliferen otras plantas oportunistas como las malezas y se pierda, definitivamente, el bosque nativo”, subraya el académico del Departamento de Química de los Materiales de la Universidad de Santiago de Chile.
Fuente: Comunicaciones USACH.