El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile convocó nuevamente al panel que elaboró la Política Nacional de Inteligencia Artificial de 2021 con el objetivo de discutir los avances y desafíos del país en torno a esta materia. Raphael Bergoeing, Néstor Becerra, Alberto Cerda y Juan Domingo Velásquez fueron los representantes de la Universidad de Chile citados a este comité.
Los académicos y expertos en Inteligencia Artificial de la Universidad de Chile que formaron parte del comité que creó la Política Nacional de Inteligencia Artificial (IA) en 2021 fueron nuevamente convocados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile, esta vez encabezados por la ministra Aisén Etcheverry, para avanzar en la discusión sobre los avances y desafíos asociados al desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Los académicos del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, Rafael Bergoeing y Juan Domingo Velásquez; el académico de Ingeniería Eléctrica, Néstor Becerra; y el académico del Programa Tecnología y Sociedad de la Facultad de Derecho, Alberto Cerda, son los representantes de la Casa de Bello en esta instancia. El espacio lo integran, además, Andrea Rodríguez, vicerrectora de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción; Martín Tironi, director del Instituto Milenio Futures of Artificial Intelligence; María Paz Hermosilla, directora del GobLab de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez; Cuki Pérez, data scientist; y Kathya Araujo, investigadora del Núcleo Interuniversitario Multidisciplinar de Investigación en Individuos, Lazo Social y Asimetrías de Poder (NIUMAP).
El profesor Juan Domingo Velásquez explica que esta reunión se realizó para “volver a echar a andar justamente este trabajo con miras a comenzar ciertas implementaciones de lo que se dijo en su momento de la Política Nacional”. Por otra parte, el director del Laboratorio de Procesamiento y Transmisión de Voz de la U. de Chile, Néstor Becerra, añade que “el resultado final (redactado en 2021) fue una política de Estado sin color político. Sin embargo, el Ministerio de Ciencia y Tecnología tiene interés en profundizar respecto al impacto en la sociedad que pueden tener o están teniendo las tecnologías de IA”.
Por su parte, Rafael Bergoeing, que también es presidente de la Comisión Nacional de Productividad, detalla que “los ejes principales de esta política son factores habilitantes, relacionados con el desarrollo de talentos, los datos y la infraestructura tecnológica; su adopción y los aspectos éticos, regulatorios y socioeconómicos, entre los que destacan sus implicancias en el mercado laboral, los peligros en materia de ciberseguridad y el resguardo de la propiedad intelectual”.
La regulación a una tecnología en pleno avance
Velásquez agrega que esta nueva reunión fue “para recibir varias impresiones. Estuvimos discutiendo varias aristas, porque hoy en día hay una suerte de temor, un poco desatado, respecto de la implicancia que puede tener la Inteligencia Artificial” y porque “cuando se planteó la Política Nacional, se plantearon los desafíos, pero no se planteó esto del bueno, el malo y el feo”. Esta analogía, explica el académico, hace referencia a que en el caso de la IA no se puede permitir que “ocurra el feo”, dando como ejemplo que “si queremos analizar tu ADN porque queremos ver si tienes alguna afección para ayudarte, hasta ahí estamos súper bien, pero qué pasa si con tu ADN me doy cuenta que tú vas a tener a los cuarenta y tantos años diabetes y digo ‘no me conviene contratarte’, entonces, ahí estoy siendo súper feo, estoy usando los datos de manera fea y eso no tiene que ocurrir”.
“En esta triada siempre aparece el malo. Bueno, al malo hay que regularlo, entonces qué significa regular al malo, muchas veces ese malo es necesario para que ciertas cosas puedan ocurrir. Por ejemplo, si yo dijera ‘mira, empezar a soltar datos de carácter personal tiene implicancias malas porque me van a tapar de spam’, bueno, entonces regulemos, ahora no puedes llamar después de las 8 de la noche”, dice el profesor Velásquez.
Finalmente, indica el académico, “está el bueno. A ese bueno no le puedes cortar las alas, hay que potenciarlo. Qué tal si estamos creando un predictor de cáncer mamario, si potenciamos esa investigación, la solidaridad que puedan tener las mujeres aumenta, pero estrambóticamente, porque ese es un cáncer súper jodido ya, pero con una detección temprana es una extirpación de nódulos, entonces, ahí aparece el bueno”. Por eso, sostiene, hay que “regular al malo” y no “detener al bueno”, o sea, no detener los avances tecnológicos, porque “la historia humana nos ha mostrado que cuando uno restringe al bueno, la verdad de las cosas es que se detiene el avance científico y tecnológico”.
En esta misma línea, el profesor Néstor Becerra destaca que “en un artículo del New York Times, Sam Altman, uno de los fundadores de OpenAI, comparó el impacto de su emprendimiento con aquel del proyecto Manhattan. Este proyecto derivó en la primera bomba atómica, pero no por eso se tendría que haber prohibido la investigación en física nuclear. Casi 80 años después se puede vislumbrar un horizonte para la fusión nuclear como fuente energía prácticamente inagotable y limpia”.
“Chile y América Latina no se pueden abstraer de participar del desarrollo de la I.A., principalmente porque hay condiciones para formar talentos en números competitivos. Pero esto no excluye la necesidad de discutir regulaciones para ciertas aplicaciones de IA que puedan causar perturbaciones negativas para la sociedad o que requieran de mucho esfuerzo para ser contrarrestadas”, señala Becerra.
Cómo avanzar en Inteligencia Artificial
El académico Rafael Bergoeing asegura que “lo principal es estar atento a cómo evoluciona esta tecnología y a los desafíos de política pública asociados. La aproximación exige una mirada interdisciplinaria, por lo que una mesa de expertos con distintas experiencias profesionales debiera permitir diagnosticar en tiempo real la necesidad de nuevas y mejores regulaciones y el diseño de políticas que resguarden el interés común y aporten al desarrollo del país”.
El profesor Becerra añade que “en el proceso anterior que dio origen a la Política Nacional de Inteligencia Artificial de Chile, el comité de expertos tuvo un rol bien amplio, desde plantear los temas importantes a cómo estructurar la discusión en el ámbito nacional, pasando por proponer o sugerir propuestas sobre temas específicos”. Ahora, indica, “el Ministerio de Ciencia y Tecnología actual tiene interés en profundizar respecto al impacto en la sociedad que pueden tener o están teniendo las tecnologías de I.A. Sin embargo, desconozco cómo se organizarán los equipos de trabajo”.
Respecto a los desafíos en torno a esta materia, Velásquez plantea que la principal pregunta es dónde queremos estar en 10 años más. En esta línea, afirma que el tema de la Inteligencia Artificial es gravitante y que “no podemos hacer la medicina del futuro sin Inteligencia Artificial, no podemos. Pero hay que pensarla como algo positivo, no con este pánico que anda rondando a la sociedad”.