15 de septiembre de 2020 – La quinta edición de la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (5th Global Biodiversity Outlook) publicada hoy por el Convenio sobre la Diversidad Biológica subraya una vez más la necesidad de tomar medidas urgentes para proteger y restaurar la naturaleza. Sin embargo, según el informe, las industrias destructivas y contaminantes están acumulando más presiones sobre el sistema de soporte vital de nuestro planeta que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, lo que deriva en que ninguno de los objetivos globales de la naturaleza para 2020 se cumpla por completo y se acelere la pérdida de biodiversidad.
Uno de los resultados que arroja el informe habla de la transición sostenible del agua dulce resaltando la necesidad de un enfoque integrado que garantiza los flujos de agua requeridos por la naturaleza y las personas, mejorando la calidad del agua, protegiendo los hábitats críticos, controlando las especies invasoras y salvaguardando la conectividad para permitir la recuperación de los sistemas de agua dulce desde las montañas hasta las costas.
Estefanía González, vocera de Greenpeace en Chile, explica que: “Dentro de las 8 transiciones que el informe reconoce e identifica como clave para reducir el impacto de actividades y así proteger los ecosistemas de los que depende la vida humana, están lo respectivo al agua dulce. En este ámbito se reconoce la importancia de integrar los caudales ambientales en las políticas públicas y prácticas de gestión de agua. El informe establece la urgencia de asegurar el agua para las personas y la naturaleza, lo cual hoy en Chile no está garantizado. Esta conclusión va en línea a lo planteado por relator de Naciones Unidas en materia de agua potable y saneamiento quién indicó que en Chile no debe priorizarse actividades económicas por sobre el derecho y acceso al agua de las personas”.
En la quinta edición de la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (5th Global Biodiversity Outlook) también se reconoce la importancia de gestionar adecuadamente las asignaciones de agua “río arriba y río abajo”, para mantener ecosistemas saludables. “Chile es un muy claro ejemplo del colapso de los ecosistemas por un sobre otorgamiento de derechos de aguas para actividades productivas tanto en la parte alta de las cuencas (como el caso de la minería) como aguas abajo con actividades agrícolas o incluso con la extracción de aguas desde pozos en los valles para el uso minero aguas arriba, lo que se aprecia por ejemplo, en el caso de El Melón. Esta situación debe cambiar para hacer frente al colapso de la biodiversidad que sustenta nuestra vida”, agrega González.
Además, el reporte cita ejemplos a nivel mundial donde el agua está siendo preservada para las personas y naturaleza, Desde Greenpeace aseguran que: “La principal lección que sacamos de este informe, es que dada la importancia de la biodiversidad en la salud del planeta y la interrelación que ésta tiene con nuestra propia salud, hoy la protección es uno de los principales desafíos de la humanidad. En Chile esto significa por ejemplo, rediseñar a fondo el sistema de gestión de agua que hoy pone en riesgo este vital bien común por su priorización para usos productivos por sobre las personas y las funciones ecosistémicas que nos permiten tener agua. Es urgente a la vista de este informe en Chile, realizar una re asignación originaria de derechos, asumiendo la realidad que en Chile el agua está sobre entregada en más de 3 veces, respecto del agua realmente disponible”.
Finalmente, el informe identifica el eje de agricultura donde reconoce la importancia de rediseñar los sistemas agrícolas en base a los principios de la agroecología: “Este punto es un desafío importantísimo en nuestro país, dado los diferentes impactos ambientales e hídricos que tiene la agricultura industrial que hoy compite directamente por el agua con la naturaleza y las personas”, finalizó González.
Claves del informe
El informe pide un cambio de “negocios como siempre” en una variedad de actividades humanas. En él se describen ocho transiciones que reconocen el valor de la biodiversidad, la necesidad de restaurar los ecosistemas de los que depende toda la actividad humana y la urgencia de reducir los impactos negativos de dicha actividad:
La transición de la tierra y los bosques: conservación de ecosistemas intactos, restauración de ecosistemas, lucha contra la degradación y reversión de la degradación y empleo de la planificación espacial a nivel del paisaje para evitar, reducir y mitigar el cambio de uso de la tierra.
La transición de la agricultura sostenible: rediseñar los sistemas agrícolas mediante enfoques agroecológicos y otros enfoques innovadores para mejorar la productividad y minimizar los impactos negativos en la biodiversidad
La transición de los sistemas alimentarios sostenibles: posibilitando dietas sostenibles y saludables con un mayor énfasis en una diversidad de alimentos, en su mayoría de origen vegetal, y un consumo más moderado de carne y pescado, así como recortes drásticos en el desperdicio involucrado en el suministro y consumo de alimentos.
La transición de la pesca y los océanos sostenibles: protección y restauración de los ecosistemas marinos y costeros, reconstrucción de la pesca y gestión de la acuicultura y otros usos de los océanos para garantizar la sostenibilidad y mejorar la seguridad alimentaria y los medios de vida
Las ciudades y la transición de la infraestructura: desplegar “infraestructura verde” y hacer espacio para la naturaleza dentro de los paisajes construidos para mejorar la salud y la calidad de vida de los ciudadanos y reducir la huella ambiental de las ciudades y la infraestructura.
La transición de acción climática sostenible: empleando soluciones basadas en la naturaleza, junto con una rápida eliminación del uso de combustibles fósiles, para reducir la escala y los impactos del cambio climático, al tiempo que proporciona beneficios positivos para la biodiversidad y otros objetivos de desarrollo sostenible.
Fuente: Greenpeace