La inocuidad alimentaria es un aspecto crucial para garantizar nuestra salud y bienestar. En este contexto vale la pena detenerse a reflexionar sobre las prácticas que debemos adoptar en nuestras cocinas para prevenir la contaminación de los alimentos. Aunque estas medidas pueden parecer simples, su correcta implementación es esencial para evitar enfermedades.
Primero, la higiene es fundamental. No basta con lavarse las manos antes de empezar a cocinar; debemos hacerlo cada vez que cambiamos de actividad durante la preparación de alimentos. Además, mantener limpias y ordenadas nuestras áreas y superficies de trabajo, libres de focos de contaminación, es un paso básico pero crucial.
Separar los alimentos crudos de los cocidos es otra medida esencial. Es vital usar diferentes utensilios y tablas para carnes crudas y otros alimentos, evitando así la temida contaminación cruzada. Este pequeño esfuerzo adicional puede marcar una gran diferencia en la seguridad de nuestras comidas.
La cocción adecuada de los alimentos también juega un papel importante. Asegurarse de que los mariscos, pescados, huevos y carnes, especialmente las de cerdo y aves, estén bien cocidos, es fundamental. El control de la temperatura de cocción de la carne es la forma para asegurar su consumo.
Mantener los alimentos a temperaturas seguras es otra clave. No dejarlos a temperatura ambiente por más de una hora y descongelarlos correctamente en el refrigerador, o bajo agua fría si es necesario por una hora, son prácticas que ayudan a mantener la cadena de frío, esencial para evitar la proliferación de microorganismos dañinos.
Por último, el uso de agua y materias primas seguras son otros de los factores relevantes. Utilizar agua potable y adquirir alimentos de establecimientos autorizados nos asegura que estamos minimizando el riesgo de contaminación con microorganismos peligrosos o sustancias químicas.
Cada uno de nosotros tiene un papel que cumplir en esta misión. El aprendizaje constante para hacer bien las tareas, la adecuada toma de decisiones para la selección de ingredientes hasta la forma en que cocinamos y almacenamos nuestros alimentos, y nuestro compromiso permanente son pilares fundamentales para hacer que en Sodexo el cero daño sea posible. Asegurar la inocuidad alimentaria no es solo una responsabilidad de las grandes empresas o los organismos de salud, sino de todos los que, día a día, preparamos y consumimos alimentos. Promover prácticas seguras en nuestras cocinas es una obligación que debemos asumir para garantizar que nuestros alimentos sean siempre seguros y nutritivos.
Recordemos, la inocuidad alimentaria comienza en casa. Adoptemos estas prácticas y contribuyamos a un mundo donde cada comida que consumimos sea una fuente de salud y bienestar.
Alfredo Harostéguy
Subgerente de Calidad de Sodexo Chile
Fuente: Llorente y Cuenca