Independiente del género, cada persona tiene habilidades y competencias únicas que enriquecen el debate y aportan hacia un objetivo que muchos compartimos: la urgencia de dejar un mundo mejor para las nuevas generaciones.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer no es una excusa para hacer que nuestras colaboradoras se sientan especiales, porque no quieren serlo. Al contrario, la mayoría de las profesionales que se desempeñan en la industria de la construcción, esperan que, de una vez por todas, abramos un espacio tan amplio como el que han tenido sus pares masculinos en la industria, la academia y las políticas públicas.
Según Tatiana Vidal, especialista en eficiencia energética y confort ambiental, el aporte femenino es relevante y necesario en todos los ámbitos. De hecho, en el sector de la construcción hay cada vez más presencia femenina, lo cual es muy destacable, pero la deuda pendiente está en darle el lugar que merece a la visión de la mujer en las decisiones de la industria. “Hay que incorporar las vivencias y experiencias desde todos los ámbitos de la sociedad”, acota la asesora de Certificación Edificio Sustentable (CES).
Concuerda con ella la arquitecto Natalia Spörke, quien cree que tanto hombres como mujeres son un aporte a la construcción, desde sus distintas perspectivas y experiencias personales. “En un campo tradicionalmente dominado por hombres, la creciente integración femenina en el rubro está abriendo posibilidades de trabajo colaborativo para mi generación y las nuevas generaciones”, apunta.
La reflexión de la profesional, asesora de CES, invita a construir una industria más integradora y colaborativa en el desarrollo de proyectos. “La ejecución de la obra está dominada por el género masculino, pero en su supervisión cada vez es más alto el porcentaje de mujeres, dada su alta capacidad de organización”, afirma.
En este sentido, Tatiana Vidal reconoce que sus pares son muy entregadas, preparadas y rigurosas. Pero, pese a sus valiosas cualidades, la industria está en deuda con ellas. Por eso, llama a no encasillar los trabajos ni ocupaciones, una mirada que debe construirse desde la educación pre-escolar hasta la generación de políticas públicas. Asimismo, invita a apoyar a las mujeres que se capacitan, con hijos y familia, a través de incentivos como horarios flexibles, oportunidades y financiamiento.
“Las mujeres relacionadas a CES y a la sustentabilidad en Chile son de mucha entrega, están muy capacitadas y con ganas de hacer lo mejor para nuestro hábitat. Creo que hay un gran trabajo de involucramiento de las mujeres, muchas están abriendo caminos, estudiando, midiendo, opinando y pensando en cómo mejorar nuestras edificaciones en beneficio de todos, asegurando un derecho básico y reduciendo el uso de nuestros recursos naturales”, señala Tatiana Vidal.
Algo que Natalia Spörke se ha tomado muy en serio, recogiendo y compartiendo experiencias en cada proyecto, donde surgen aprendizajes que finalmente aportan a la evolución de una certificación que nos beneficia a todos. “Podemos hacer una diferencia real en el diseño de proyectos, logrando construcciones con bajo consumo energético y de buena calidad ambiental”, concluye.
Fuente: Mastermind