Patricia Arancibia, radióloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, explica que “la sobrevida de pacientes con cánceres en etapa temprana, cuando aún está localizado, es cercana al 99%”. La académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Lorena Rodríguez, añade que es importante pensar en políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la población, porque “hay algunos factores vinculados a los estilos de vida poco saludables que podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama”.
El cáncer de mama es la segunda causa de muerte en mujeres en Chile y afecta a 55 por cada 100 mil personas en el país, de acuerdo a información del Observatorio Global de Cáncer (Globocan) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, esta enfermedad es posible de superar con una detección temprana. La radióloga y jefa de la Unidad de Mamas del Centro de Imagenología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Patricia Arancibia, asegura que “la sobrevida de pacientes con cánceres en etapa temprana, cuando aún está localizado, es cercana al 99%, mientras que cuando ya existe diseminación a otros órganos, este porcentaje baja a menos de un 50%. La detección temprana también va a permitir, en la mayoría de los casos, cirugías menores y más conservadoras, con tratamientos menos agresivos”.
La profesional de la Universidad de Chile plantea que “el mejor examen para detectar el cáncer de mama en una etapa precoz es la mamografía, ya que permite encontrar cánceres pequeños, antes de que estos sean palpables. La palpación suele detectar nódulos cuando ya miden más de 5 mm. y la mamografía o eventualmente la ecografía mamaria, pueden hacerlo antes de eso”.
“En colaboración con la mamografía, es relevante la evaluación por los especialistas y el autoexamen mamario, que consta de dos etapas: la primera es visual, mirándose en un espejo, con los brazos en la cintura y luego arriba, a fin de pesquisar asimetrías o retracciones de la piel. Luego en posición acostada y con el brazo del mismo lado de la mama a examinar detrás de la cabeza. En esta posición, con la mano contralateral, se recomienda realizar movimientos circulares, profundos, con la yema de los dedos, que tiene más sensibilidad, buscando pelotitas, bultos o zonas duras. Aquí es muy importante recordar que el cáncer de mama no duele, por lo tanto, no debemos esperar tener dolor para consultar”, advierte la especialista.
¿Cuándo comenzar a realizarse las mamografías? La radióloga Patricia Arancibia detalla que “según el Colegio Americano de Radiología y las recomendaciones nacionales, se sugiere comenzar con mamografía una vez al año, a partir de los 40 años, en las mujeres de riesgo promedio. En las mujeres que tienen un riesgo aumentado, ya sea porque tienen ciertas mutaciones genéticas o porque poseen familiares cercanos con cáncer de mama, se recomienda iniciar el control antes de los 40 años. La cuantificación de este nivel de riesgo la realizan los especialistas”.
En esta línea, el Centro de Imagenología del Hospital Clínico Universidad de Chile cuenta con un nuevo equipo de mamografía con tecnología de vanguardia para el diagnóstico mamario, el que, junto con la realización de mamografía digital, permite la obtención de imágenes de tomosíntesis.
La importancia de la detección precoz
La académica del Programa de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile e investigadora del Centro de Prevención y Control del Cáncer (CECAN), Tania Alfaro, destaca las diversas actividades y campañas enfocadas en la prevención y añade que “si bien las campañas deben ser permanentes, este mes de sensibilización es importante porque, al concentrar en un mes su realización, muchas instituciones se alinean y así es posible llegar masivamente, de forma persistente y desde varios lugares, por lo que es más probable que se vea o escuche una de estas campañas”.
En este mismo sentido, la académica apunta a la importancia de las herramientas para una detección precoz o tamizaje para la detección precoz del cáncer de mama. “Así, se mejora el pronóstico, pero es igualmente importante prevenir la enfermedad y, en ese sentido, las campañas también nos deben recordar que hay algunos factores que aumentan el riesgo de tener cáncer de mama como el consumo de alcohol”.
“Hoy, la realización de una mamografía de carácter preventivo no necesita orden médica, pero es relevante hacerla en un centro imagenológico de confianza, pues su calidad es importante para el diagnóstico temprano. También, recalcar que el cáncer de mama es un problema de salud incluido en GES y que la mamografía es copago 0 para las mujeres en FONASA”, agrega Tania Alfaro.
Cómo cuidarnos en el día a día
La académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Lorena Rodríguez, indica que “hay que tener en consideración que el cáncer de mama se desarrolla por la multiplicación anormal de células del tejido mamario. No se sabe cuáles son las causas más profundas de esta enfermedad, pero lo que sí se sabe es que hay algunos factores vinculados a los estilos de vida poco saludables que podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama, la gravedad del cáncer, la mortalidad por el cáncer de mama, y también de otros cánceres y que podríamos manejar a través de distintas políticas públicas”.
“Entre estos estilos de vida poco saludables destacan el consumo de alcohol, el consumo de tabaco, las dietas insanas y el sedentarismo, que son factores modificables no fáciles de modificar. Las personas pueden hacer un esfuerzo por cambiar su estilo de vida, pero los entornos que rodean a las personas muchas veces dificultan el cambio de conducta y por más que las personas quieran cambiar la conducta, todo lo que las rodea está tirando hacia el otro lado y hace difícil este cambio. Sin embargo, es importante saber que las personas que tienen una alimentación más sana, que practican actividad física, que no consumen tabaco o que no consumen alcohol, son personas que tienen algún grado de protección contra el cáncer de mama y otros cánceres, lo cual no significa que no puedan tener la enfermedad y eso es importante aclararlo”, añade la académica.
En esta misma línea, Lorena Rodríguez sostiene que “la evidencia científica lo que muestra es que para la producción de cáncer confluyen factores que son genéticos y que no son manejables y factores que son ambientales, que a veces actúan como desencadenantes: consumir una alimentación rica en frutas, en verduras, que contienen fibras y en granos enteros, que también contienen fibra, y que sea baja en grasa, puede ayudar a disminuir el riesgo de cáncer de mama. Eso es lo que la evidencia dice, que puede ayudar a disminuir, no es que sea un factor 100% que te asegure que no vas a tener cáncer de mama u otro cáncer”.
“También es importante destacar que la obesidad en sí misma, independiente de la dieta que lleve una persona, la obesidad medida a través del índice de masa corporal, que es una relación entre el peso y la estatura de las personas, así como el perímetro de cintura aumentado, que habla de obesidad abdominal, también se ha relacionado a mayor riesgo de cáncer de mama, mayor mortalidad y mayor reincidencia de este tipo de cáncer”, indica Rodríguez.
“Mirando entonces estos factores de riesgo y estos factores protectores, uno podría decir que es imperativo, que es necesario contar con políticas públicas, ya sea a través de programas, de estrategias, de leyes o de regulaciones que garanticen que el ambiente alimentario y otros ambientes, el que facilita, por ejemplo, la actividad física, sean propicios para que las personas puedan tener un estilo de vida más saludable, puedan disponer y acceder física y económicamente a alimentos de buena calidad nutricional y puedan practicar actividad física diariamente en forma periódica y rutinaria, lo que va a contribuir a prevenir el cáncer, pero también otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares”, asegura la académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
Fuente: U. de Chile