- Para el estudio se analizaron tres plantas desaladoras de la zona norte del país: Minera Escondida, Aguas Antofagasta y Minera Candelaria, revelando que el incremento de la salinidad es inferior al 5% a 100 metros del punto de vertido de salmuera.
A raíz de la crisis hídrica que afecta al mundo y a Chile, la búsqueda de nuevas fuentes de agua se ha transformado en una prioridad. Un ejemplo de esto es el aumento de plantas desaladoras en el país con el fin de obtener agua para procesos industriales y consumo humano, sin comprometer la disponibilidad de este recurso. A la fecha, según el catastro de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso, ACADES, en el país hay 24 plantas en operación que producen un total cercano a 9.500 L/s de agua desalada.
Si bien el proceso de la desalación es una solución conocida y con trayectoria en el país, aún existen preocupaciones en torno al impacto ambiental y a los efectos de los vertidos de salmuera en el medio marino. “La experiencia de más de 20 años diseñando y operando plantas desaladoras en Chile junto con el desarrollo tecnológico que nos ha permitido conocer, estudiar y monitorear el comportamiento de las corrientes marinas y de los procesos de dilución en nuestras costas nos permiten contar con técnicas avanzadas para garantizar un adecuado vertido de la salmuera en el medio marino y evitar cualquier impacto sobre los ecosistemas, aprovechando las particulares condiciones favorables de nuestra geografía”, explica Alberto Kresse, presidente de ACADES.
En este contexto, el equipo científico del HUB Ambiental de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) publicó recientemente el estudio “Evaluación de la dispersión de los vertidos de salmuera para la gestión sostenible de las plantas de osmosis inversa en la costa del Pacífico Sudamericano” en la revista Marine Pollution Bulletin.
Este trabajo observó qué ocurre en el área de dispersión de las descargas de salmuera en Chile. Para esto evaluó tres plantas desaladoras de la zona norte del país: Minera Escondida, Aguas Antofagasta y Minera Candelaria. El estudio arrojó que el incremento de salinidad en las áreas estudiadas es menor de lo esperado y que los vertidos de salmuera se dispersan más fácilmente en las costas chilenas. El autor principal del artículo, Dr. Iván Sola, comenta que “se evaluaron diferentes plantas desaladoras con distintas capacidades de producción, mostrando que el incremento de la salinidad natural en un radio menor a 100 metros desde el punto de vertido fue inferior al 5%. Asimismo, estos resultados se respaldan con otros proyectos y estudios que están en vía de publicación, donde en algunos casos, como en la desaladora de Nueva Atacama en Caldera, el incremento identificado fue incluso menor al 3% dentro de un radio inferior a 50 metros”.
Desde ACADES, su presidente, refuerza la importancia de la investigación científica: “Como gremio, creemos profundamente en la importancia del conocimiento como base para generar confianza en las personas y en el ámbito público. Enfrentar el cambio climático y generar soluciones que nos permitan asegurar el suministro hídrico de una manera responsable es un desafío que debe basarse en información objetiva y verificable. Estudios, como el presentado por el Dr. Sola, refuerzan que la desalación es un camino efectivo para la obtención del agua que necesitan nuestras cuencas y comunidades, y Chile es un país privilegiado por la extensión y condiciones de sus costas, para desarrollar este tipo de proyectos”.
Además, el Dr. Sola explica que “las principales estrategias adoptadas para reducir el área de impacto de los vertidos de salmuera es el uso de difusores acordes a las características técnicas de producción y emisario. Otra de las estrategias empleadas en otros países, es el uso de la predilución de los vertidos de salmuera con agua de mar u otras fuentes previamente a ser rechazados al mar para reducir la salinidad inicial del efluente”. No obstante, advierte que estas medidas deben complementarse con “un riguroso estudio de evaluación ambiental para garantizar su efectividad”, y que es “fundamental definir la ubicación más apropiada del vertido desde el punto de vista oceanográfico y ambiental, minimizando el área de influencia y evitando impactos en ecosistemas de alto valor ecológico”.
Otro punto a destacar por Iván Sola, con el fin de seguir resguardando el ecosistema, tiene relación con la normativa chilena vigente. “En Chile no existe una normativa específica relativa al incremento máximo de salinidad permitido en las zonas de vertido. Debería crearse un comité de gestión que involucre al sector científico, público y privado para desarrollar regulaciones acordes a las necesidades del país”, señaló.
Fuente: Corpo