- La presidenta de la Sociedad Agrícola del Norte pone la alerta sobre la realidad hídrica de Coquimbo. Asegura que hay miles de familias que no solo viven de la agricultura, sino una agricultura de subsistencia básica y que hoy están en una situación de “crisis humanitaria”.
- Adicionalmente, el último Informe sobre el Estado de los Embalses advierte que en la región Coquimbo, siete de sus ocho embalses están por debajo del nivel que tenían el mismo mes del año anterior.
Según el último “Informe sobre el Estado de los Embalses”, publicado por la Universidad San Sebastián (USS), se evidencia que las precipitaciones de las últimas semanas han aumentado el nivel de los embalses, en algunos casos de manera considerable como es el caso de Peñuelas, región de Valparaíso, con un incremento de 2.466% en junio respecto al mismo mes del año anterior. Sin embargo, en la región de Coquimbo, la situación es completamente distinta. El informe declara que “siete de los ocho embalses están por debajo del nivel que tenían a esta fecha del año pasado, estando cuatro de ellos en su menor nivel de los últimos cinco años (La Laguna, Puclaro, Recoleta y La Paloma)”.
Ante esta realidad, la presidenta de la Sociedad Agrícola del Norte, María Inés Figari, asegura que “Coquimbo siempre ha sufrido déficit hídrico, pero la realidad de hoy es muy distinta. La región históricamente es agrícola. Perder de vista esto, es el principal problema. Aquí hay miles de familias que no solo viven de la agricultura, sino una agricultura de subsistencia básica.”
La dirigente gremial explica que, si bien se anunció la licitación de una desaladora multipropósito para la región, el problema de ese proyecto sería que asegura el agua para el consumo humano y para el saneamiento (sanitario) pero no para la agricultura. “Aunque tengamos agua para beber, si no hay comida, ¿cómo vamos a seguir viviendo? Lo más grave es que esto no quedó claro en la ley porque siempre se debió haber considerado que tenía que incluir una cantidad de agua suficiente para comer, para la generación de alimentos que produce la agricultura.”
Una visión similar tiene el director del Centro del Agua de la USS, Federico Errázuriz, quien señala que “sería ideal que la desaladora pudiera disponer también de agua para el riego agrícola”, pero advierte que “la cantidad de agua que utiliza el sector agrícola para el crecimiento vegetal es demasiado alta como para ser suministrada con aguas que no sean continentales. En ese sentido, los embalses juegan el rol crucial de almacenar agua en períodos de abundancia”.
En ese contexto es que Figari indica que “los embalses también pueden ser de ayuda, han sido nuestra salvación por años, pero no son suficientes para enfrentar el problema que tenemos hoy. No sacamos nada con tener esta infraestructura si no tenemos con qué alimentarnos”. Agrega que “hay otro tema que tampoco se toca. La región de Coquimbo tiene 15 comunas, de ellas, 13 son rurales y el agua la reciben por medio de camiones aljibe. Lo grave de eso, es que ellos tienen prohibido entregar agua para un huerto o para poder darle a los animales, entonces hay personas que dejan de tomar agua para poder darle a sus animales, o estos se mueren, o tienen que venderlos porque no pueden mantenerlos. Por esto, me reuní con la directora regional de Derechos Humanos, Tarcila Piña, porque lo que estamos viviendo es una crisis humanitaria.”
Desde la Asociación de Desalación y Reúso de Aguas, ACADES, su director jurídico, Jorge Bofill, advierte que “alrededor del mundo, países como España e Israel están demostrando el poder transformador de la desalación, una tecnología clave que puede garantizar agua suficiente para la agricultura. Con el agua desalada, los agricultores pueden dejar atrás las incertidumbres del clima y asegurar una producción constante y de alta calidad. Esto no solo mejora los rendimientos y la calidad de los cultivos, sino que también fortalece la posición de los productos agrícolas en el mercado internacional”.
Fuente: Corpo.