“8 de 10 mujeres sienten que es muy difícil que una mujer pueda alcanzar un puesto ejecutivo”. Ocho de cada diez. Desolador. Esa fue una de las cifras que el estudio Sácate la Duda de AVON, nos mostró hace unas semanas. Estudio que buscaba relevar las percepciones de las mujeres acerca de las diferencias de género con las que se encuentran en el ámbito laboral, financiero y sociopolítico, y decir que la cifra es desesperanzadora es poco. Porque que tan solo 2 mujeres sientan que no es tan difícil, en comparación a sus contrapartes masculinas, alcanzar algún puesto ejecutivo en una empresa, mucho menos un cargo de gerencia general entristece de sobremanera.
El 77% de esas encuestadas además cree que la mayoría de los altos cargos en las empresas están ocupadas por hombres. Y no están muy lejos, porque el año pasado el ránking IMAD nos mostraba que solo el 23% de las empresas (en el ránking) estaban lideradas en su línea ejecutiva/directorio por mujeres, un ligero aumento a lo largo de los últimos 5 años (en 2017 era solo el 13% en línea ejecutiva). Pero ¿cómo es posible que nos contentemos con un 23%? Ciertamente estas cifras no nos dicen que las mujeres poseen menores aptitudes para los cargos, sabemos que los porcentajes tanto de ingreso como de titulación de mujeres de la educación superior son más altos que sus compañeros. O en su defecto que se muestren menos interesadas en acceder a un cargo de liderazgo, lo que sí revela es que las oportunidades para alcanzar las direcciones de las compañías son efectivamente menores.
Y eso a ratos se da por situaciones bastante domésticas. Y es que el mismo estudio Sácate la Duda nos ilumina respecto del porqué en general las mujeres ven sus carreras profesionales, truncadas o limitadas. Y es que 6 de 10 considera que “Las mujeres tienen dificultad para progresar en sus carreras profesionales por asumir responsabilidades en el cuidado de los hijos”. Si no implementamos ayudas y mejoras necesarias y facilitamos espacios para que los cuidados no sean una limitante a la hora de la realización profesional femenina, seguiremos con estas catastróficas cifras.
Y si bien esto es un problema que dentro del mundo privado claramente tenemos, no es únicamente nuestro, al interior de los concursos públicos para acceder a cargos directivos o de liderazgo del Estado, también se está al debe, con áreas donde una mujer nunca ha sido nombrada para cargos ejecutivos, como reveló el último Estudio de participación de las mujeres en el Sistema de Alta Dirección Pública.
Es necesario que aprovechemos el talento disponible, además es necesario que el espacio deje de ser tan homogéneo, ya que, si las decisiones finales se las dejan a un segmento de la población, en lugar de hacerlo de forma equitativa, lo más probable es que se sigan perpetuando sesgos. Y en un mundo tan cambiante como en el que nos encontramos, es necesario poder adaptarnos y escuchar para poder salir adelante.
Si queremos hablar de romper el tejado de vidrio como colectivo, debemos comprometernos no solo con el balance de género dentro de nuestra planta, sino también con el posicionar a mujeres dentro de las empresas como líderes en sus áreas. Y estudios como el Sácate la Duda o el Ránking IMAD nos ayudan con insights esenciales a la hora de tomar estrategias y políticas al interior de nuestras compañías para que podamos alcanzar un equilibrio en nuestra representatividad y que no solo sea un slogan más como parte del pink washing que todos hemos visto.
Karina Suárez Sesnic
Gerenta General AVON Chile.
Fuente: Público.