Dr. Patricio Silva, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Central
Por décadas, popularmente, se entendió la malnutrición como la falta de nutrientes necesarios para un adecuado desarrollo y crecimiento físico e intelectual, producto de la falta de acceso a alimentos, donde la desnutrición era el gran flagelo a combatir en nuestro país. El Dr. Fernando Monckeberg encabezó la tarea multisectorial sobre la base de investigaciones realizadas en la Universidad de Chile y la planificación de la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), entre otras instituciones.
Del 37% de niños que, en la década de los 60, se encontraba en estado de desnutrición se produjo un enorme salto. No solo prácticamente se erradicó la desnutrición, que en 2017 alcanzó solo 1,8% en menores de seis años, sino que casi 50 años después el problema se transformó, literalmente, en su opuesto, la sobre alimentación.
La Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 reveló que 39,8% de la población chilena presenta sobrepeso, 31,2% obesidad y 3,2% obesidad mórbida, mientras que solo 24,5% se encuentra en su peso normal. Más allá de las cifras, los riesgos de salud asociados al exceso de peso son múltiples. El cuerpo no está preparado para una sobrecarga exagerada, por lo que la columna y las articulaciones son las primeras en sufrir las consecuencias. Aparecen problemas como la resistencia a la insulina, dislipidemias y otras. Las disfuncionalidades metabólicas pueden derivar, a la larga, en un infarto agudo al miocardio y otras enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en Chile y el mundo.
El aumento de las enfermedades crónicas, asociadas a la obesidad, ha tenido un importante impacto monetario. El reciente estudio “Costo de obesidad y enfermedades asociadas en los sistemas de salud” reveló que los gastos en la atención de salud de pacientes chilenos con obesidad alcanzan a los $450 mil millones. La misma investigación señala que las personas con obesidad serían 46% más costosas que las con peso normal, ya que tienen un 27% más de consultas médicas y presentan un 80% más de gasto en medicamentos. Todo ello no hace más que refrendar que la obesidad es una preocupación de salud pública prioritaria, que debe ser abordada con la más suma urgencia.
El éxito contra la desnutrición se explica por varias razones. Entre las principales estuvo que fue una política basada en evidencia, como estudios e investigaciones realizadas por centros de estudios universitarios; además se mantuvo a lo largo de distintos gobiernos, desde los años 60 hasta la actualidad, participando varios sectores y disciplinas.
Para abordar la “epidemia de la obesidad” se deben elaborar políticas y planes sustentadas en investigaciones en ciencias básicas, médicas, nutricionales, sociológicas y psicológicas, entre otras, y mantenerla, como toda política de estado, a través de los distintos gobiernos e implementar los controles y evaluación de resultados, haciendo las respectivas correcciones a la luz de éstos y no de la inspiración de una u otra administración.
En este contexto, la Ley de Etiquetado debe ser evaluada, toda vez que ha sido mencionada como digna de imitar por medios como el New York Times
El Ministerio de Salud lanzó la Política Nacional de Alimentación y Nutrición. En este sentido, la nueva administración gubernamental deberá continuar fortaleciendo esta iniciativa, modificándola o no de acuerdo a sus resultados, los cuales, como toda política pública de largo plazo, seguramente tardarán en llegar.
Fuente: Universidad Central.