El climatólogo y académico de la Usach, Raúl Cordero, explica que este tipo de erupciones pueden provocar enfriamiento en la atmósfera, pero que la cantidad de dióxido de azufre inyectado por esta erupción en particular aún es pequeña como para producir efectos considerables en el clima.
Una violenta erupción de un volcán submarino en el Reino de Tonga provocó no solo noticia en todo el mundo, sino que, también, gigantescas olas en el Pacífico Sur que motivaron, incluso, alertas de tsunami en Chile.
Al respecto, el líder del Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago y experto en cambio climático, Raúl Cordero, explica que la principal repercusión de este tipo de erupciones es que “inyectan una gran cantidad de material particulado a la atmósfera”.
“El material particulado dispersa, de vuelta hacia el espacio, parte de la radiación solar incidente y eso significa que estas grandes nubes de material particulado, expulsadas por los volcanes, pueden producir una señal de enfriamiento en la atmósfera”, sostiene.
“Por lo tanto, pueden contrarrestar la señal de calentamiento del cambio climático, pero es un efecto temporal, hasta que esa gran nube de material particulado termina por depositarse hacia la superficie”, agrega.
El climatólogo señala que, en el pasado, grandes erupciones volcánicas en el trópico han bajado la temperatura del planeta por meses, pero que, para que eso ocurra, la inyección de dióxido de azufre tiene que ser de “varios millones de toneladas en la estratósfera”.
“En este caso en particular, estimaciones indican que la cantidad de dióxido de azufre inyectado por esta erupción todavía es pequeña para producir una señal considerable en el clima del planeta y, en particular, en la temperatura, así que hay que esperar”, afirma.
“Por ahora, sigue siendo una erupción que, en términos climáticos, no debería producir un efecto significativo en la temperatura global, pero hay que ver”, concluye el académico del Departamento de Física de la Usach.
Fuente: USACH