Estudios científicos demuestran que serían las condiciones climáticas, el comportamiento hidrogeológico de las cuencas y el aumento del consumo humano, los factores que inciden en las alzas o baja de caudales en el país.
Durante siete meses un grupo de docentes de la Universidad de Talca, de la U. de Concepción y de la U. Austral estudiaron el comportamiento la producción de agua a nivel de caudales máximos y medios, en periodos anuales y mensuales en 42 cuencas hídricas del país, cuyos tamaños van desde las 0,020 a 1, 5 millones de hectáreas y son gestionadas por la Dirección General de Aguas del MOP.
En las cuencas se encuentran formaciones de bosque nativo, plantaciones forestales (pino y eucaliptus) y terrenos agrícolas; en distinta proporción, teniendo algunas una presencia mayoritaria de plantaciones como la del río Purapel, en la Región del Maule (64%), mientras otras presentan gran proporción de bosque nativo como la del río Bueno, en la Región de Los Lagos (sobre 74%).
La investigación, realizada entre octubre de 2013 y abril de 2014, determinó que no es posible advertir cambios significativos en los caudales medios y máximos de las cuencas estudiadas durante los últimos 20 años atribuibles a la presencia de formaciones vegetales; asimismo, en aquellas en que hubo disminución del nivel de agua -hecho que no ocurrió en más de un 20% de las estudiadas-, sería consecuencia de mayor uso del agua o a comportamientos hidrogeológicos de las cuencas. Es más, los modelos matemáticos utilizados no muestran relación entre la variable uso del suelo y tendencia de producción de agua de las cuencas.
Otro elemento que llamó la atención de los investigadores, es que en zonas con una superficie sobre el 70% de bosque nativo hay una tendencia a la baja en los caudales, mientras que en zonas con más de un 60% de plantaciones forestales, dicha tendencia es al alza, aunque ambas sin significancia estadística.
Así lo explicó el profesor Dr. Roberto Pizarro, Director del Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental de la Universidad de Talca, quien dirigió el estudio. Pizarro señaló que “se contó con la información oficial en cuanto a estadísticas fluviométricas de los últimos 40 años y de ocupación del suelo en las diversas cuencas, para lo cual el apoyo de la DGA y de CONAF fue fundamental”.
Agrega que “en las cuencas que sí hubo cambios, estos se dieron en los meses de abril y enero, hecho que pone en duda el rol de las masas forestales nativas o plantadas en las tendencias de producción de agua”. Esto porque en abril los consumos de agua de las plantaciones disminuyen al igual que los caudales. En el caso del mes de enero, éstas se encuentran en su máxima capacidad de consumo, pero la producción de agua se incrementó, lo que tiene relación con variables hidrológicas más que con el uso del suelo.
¿Qué ocurre en las micro cuencas?
En el caso de las micro cuencas, definidas como áreas geográficas donde confluyen las aguas con una superficie menor a las 1.000 hectáreas se observó que existe una relación entre la disminución del nivel de agua disponible en aquellas cubiertas por plantaciones de pino o eucaliptus, en relación a las cubiertas con praderas o pastizales. Así lo explicó Andrés Iroumé, doctor en Ciencias Forestales, quien está desarrollando estudios para determinar si es que hay relación entre la disponibilidad de agua y las plantaciones forestales en sus alrededores.
El investigador explicó que: “Se puede confirmar también que son los bosques de eucaliptus los que consumen más agua en comparación a los de Pino radiata, lo que se explica porque el primero tiene una rotación de 12 años, menor en 8 a 10 años promedio a la del pino, por lo que necesita de más recursos para alcanzar su edad de cosecha en menor tiempo”.
Ambas especies se comparan en su máximo consumo o etapa de mayor crecimiento, lo que podría asimilarse a la segunda mitad de su ciclo productivo, antes están en una etapa juvenil inicial donde el consumo es significativamente menor.
Razones externas
De esta forma se ha podido observar que las plantaciones tendrían efectos significativos en cuencas menores y menos notorios en las de mayor tamaño. Sin embargo, las investigaciones lideradas por los doctores Pizarro e Iroumé, han demostrado que efectivamente sí existen cambios en la disponibilidad de agua en ambos casos, y ellos mismos individualizaron los factores que producen dichas variaciones.
Según André Iroumé, el más relevante es el factor climático. Por ejemplo, la década entre 2003 y 2013 ha sido el período más seco de los últimos 150 años entre las regiones de Coquimbo y Biobío.
Según cifras de Meteorología, la cantidad de precipitaciones cayó 39,4% respecto al promedio normal (338,1 mm). Además, la altitud a partir de la cual comienza a acumularse nieve en la alta cordillera se ha elevado respecto a promedios históricos, lo cual se traduce en menor acumulación de nieve que deshiela en verano, lo que termina afectando las reservas de los caudales, especialmente en esa época.
Otro factor, precisó Roberto Pizarro, es que en los últimos 20 años el consumo de agua para uso sanitario, agrícola e industrial ha aumentado en 160% (según la DGA), por lo que se concluye que es la incidencia del hombre y del clima lo que influye en los niveles de los caudales de macro y micro cuencas, y no sólo la presencia de plantaciones forestales.
Fuente: Corporación Chilena de la Madera.