La creación de una unidad de crisis compuesta por profesionales de la salud con dedicación exclusiva para atención de urgencias en el tema del suicidio y el uso de mensajería de texto como una estrategia complementaria al tratamiento que reciben los pacientes, son algunas de las alternativas que propone el Dr. Pablo Méndez Bustos, psicólogo especialista en temáticas de suicidio de la U. Católica del Maule.
Chile tiene la tasa de suicidio adolescente más alta de América Latina, cuatro veces mayor que el resto de los países de la región. A nivel nacional, la Región del Maule está entre las primeras regiones con mayor ocurrencia de suicidios adolecentes, sobre todo en mujeres.
“Lamentablemente el segmento adolecentes presenta tasas muy altas. Además, el análisis del MINSAL muestra que en mujeres entre 15-19 años es la tasa más alta de Chile”, comentó el investigador, agregando que existen factores de riesgo tales como la presencia de enfermedades psiquiátricas, conductas de riesgo, mayores niveles de impulsividad y agresividad, disfuncionalidad familiar entre otras, además el fácil acceso a medios letales como armas de fuego y pesticidas.
Sobre esto último, el académico señala que una posible explicación a la mayor tasa de suicidio en mujeres adolescentes tiene relación “con cambios hormonales que pudiesen estar favoreciendo el desarrollo temprano de patologías psiquiátricas y con ello un diagnóstico tardío y/o un tratamiento inadecuado de éstas, mayor impulsividad y el uso de métodos más violentos para suicidarse”.
“Cuando se analizan factores macro asociados a calidad de vida uno pudiese pensar que ésta se ha ido deteriorando en el Maule. Los trastornos afectivos son un factor importante, pero si añadimos estrés, disfuncionalidad en el hogar, familias con alta tensión por sobreendeudamiento, la crianza de los hijos, la pobreza urbana más alta del país y la segunda región con el ingreso más bajo nacional nos muestra que vivimos en la situación de alto riesgo para la salud mental de las personas”, agregó.
Prevenir suicidios
Para bajar estos indicadores nefastos, Méndez póstula que es clave invertir en salud mental, “contar con unidades de crisis específicamente dirigidas a este grupo de riesgo. En otros países se han generado este tipo de unidades con profesionales dedicadas a abordar el tema de manera exclusiva. Ocurre en Chile que tenemos profesionales de alta calidad que realizan esto y más, pero los servicios están colapsados. Pienso que es necesario invertir más en investigación y contratación de más profesionales del área”.
Estigma sobre el suicidio
Méndez señaló que lamentablemente existe desconocimiento sobre cómo abordar estos temas en los servicios y sumado al estigma social asociado, actúan como barreras para la entrega de una atención más eficiente. Los mitos en relación al tema obstaculizan también su comprensión y aceptación. Hay situaciones que la gente piensa que el paciente está manipulando o tratando de llamar la atención mediante este tipo de comportamientos. “Necesitamos sensibilizar a la población y así todos los actores sociales estemos sintonizados al respecto”, señaló el experto.
Este estigma social sobre el suicidio, a juicio de Méndez, se puede apreciar desde cómo los medios comunicación abordan el tema con un carácter sensacionalista o derechamente no abordan el tema. Las familias intentan no declarar esta causa en los registros oficiales, lo que pudiera influir en los datos y representación real, esto que es hoy uno de los problemas de salud pública más importante del país.
Para revertir esta situación, se está desarrollando un trabajo intersectorial, incorporando a diferentes unidades regionales, universidades, servicios públicos (SENAME) y al Servicio de Salud del Maule a una mesa regional que incorpore la mirada de expertos y actores de diferentes unidades para así mejorar y crear nuevas estrategias de tratamiento y prevención.
Al respecto, Pablo Méndez se encuentra implementando una Estrategia de prevención del suicido post crisis a través de mensajería de texto (SMS), un diseño innovador que cuenta con el apoyo de un equipo de investigadores franceses. Este tipo de intervención, aclaró el investigador, no reemplaza al tratamiento tradicional pero ayuda a mantener un contacto permanente con el paciente luego de un intento de suicidio y facilita el monitoreo y seguimiento constituyéndose en un apoyo emocional para la persona.
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