El académico de la Usach, Raúl Berríos, sostiene que, de acuerdo a la experiencia internacional, el impacto en la productividad del proyecto recién aprobado debiera ser mejor o igual. “Podemos esperar que esto no significará retrocesos”, sostiene.
La Cámara de Diputadas y Diputados aprobó por amplia mayoría el proyecto que reduce la jornada laboral a 40 horas, iniciativa que surgió como moción parlamentaria en 2018 y que ahora quedó lista para convertirse en ley.
Para el Director del Departamento de Administración de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago, Raúl Berríos, el impacto en la productividad “será moderado e irá observándose en el largo plazo”.
“Lo que sabemos de la experiencia de otros países que han documentado este tipo de reducciones es que, en general, la productividad mejora o se mantiene igual, de manera que al menos podemos esperar que esto no significará retrocesos”, sostiene.
El proyecto considera que su implementación sea gradual y que la reducción horaria se concrete completamente en cinco años. Es decir, en mayo de 2028. El próximo año, se bajaría a 44 horas; y en mayo de 2026, a 42.
De acuerdo al doctor en psicología de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) e investigador en emociones y relaciones interpersonales en organizaciones, la disminución permitirá “espacios para hacer actividades fuera de los horarios laborales que no impliquen fines de semana”.
“Será una ayuda para la salud mental y la calidad de vida de los trabajadores”, resume. “Chile, con esto, se pone a tono con las tendencias y las políticas públicas que se están implementando en términos de flexibilidad laboral y mejoramiento de las condiciones de las personas en sus trabajos”, concluye.
Fuente: Usach.