- Se trata de una afección potencialmente mortal si no es diagnosticada rápidamente y tratada en forma temprana. Es una respuesta anormal del organismo a una infección provocada por bacterias, virus, hongos o parásitos.
- En la actualidad existen nuevas tecnologías automatizadas que mejoran la precisión y la velocidad del diagnóstico de infecciones en el torrente sanguíneo
Santiago, septiembre de 2024 – Como cada año, todos los 13 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Sepsis, una condición potencialmente mortal que se desarrolla cuando una infección provoca una respuesta inmunitaria en el cuerpo, desencadenando una inflamación generalizada y potencialmente fallas orgánicas. La fecha tiene como objetivo crear conciencia global sobre la sepsis, que cada año causa alrededor de 6 millones de muertes en todo el mundo.[1]
La sepsis, con frecuencia, pasa inadvertida o es diagnosticada incorrectamente en sus primeras manifestaciones cuando podría ser tratada de forma eficaz. Por eso, los desafíos más importantes son la concientización sobre sus manifestaciones clínicas en la comunidad y la capacitación de los profesionales para su detección temprana[2].
La mayoría de los casos de sepsis ocurren por una complicación de alguna infección adquirida, que puede ser causada en el ámbito de la atención sanitaria como consecuencia de patógenos que a menudo son resistentes a los medicamentos y pueden provocar un rápido empeoramiento del estado clínico. La resistencia a los antimicrobianos es un factor clave en la falta de respuesta clínica al tratamiento de algunas infecciones, lo que rápidamente puede derivar en una sepsis y un choque septicémico. En este sentido, se ha observado que el riesgo de mortalidad hospitalaria es mayor en los pacientes con sepsis producida por patógenos resistentes.[3]
Según datos publicados en 2020, se produjeron cerca de 48,9 millones de casos y 11 millones de muertes relacionadas con la sepsis en todo el mundo, lo que representa el 20% de todas las defunciones a escala mundial. Cerca de la mitad, se produjeron en niños menores de 5 años. Por cada 1000 pacientes hospitalizados, se estima que 15 desarrollarán sepsis como complicación derivada de la atención de salud.[4]
“La innovación en tecnología médica tiene un papel crucial en el diagnóstico oportuno de la sepsis y en su combate. La incorporación de tecnologías automatizadas para diagnóstico representa un avance importante en su identificación y tratamiento oportuno. Estas tecnologías automatizadas ofrecen múltiples ventajas que mejoran la precisión y la velocidad del diagnóstico de infecciones en el torrente sanguíneo, que son causas comunes de sepsis. El tiempo de respuesta reducido, junto con la integración de los equipos automatizados al sistema hospitalario, permiten alertar al equipo médico tan pronto como se identifica una posible infección, lo que permite a su vez elegir el tratamiento más efectivo desde el inicio y no depender de antibióticos de amplio espectro. De esta manera, se reducen las tasas de mortalidad por sepsis”, explicó la doctora Gabriela Weltman, Especialista en Asuntos Médicos, Becton Dickinson Cono Sur.
Cada hora de retraso en el tratamiento de sepsis severa aumenta significativamente la mortalidad, por esto el obtener en menos tiempos resultados más precisos frente a una infección posibilita evitar el uso indiscriminado de antibióticos, ayudando así a prevenir la resistencia antimicrobiana.[5]
¿Cómo detectarla? Síntomas de la sepsis
- Fiebre o baja temperatura y temblores
- Confusión
- Dificultad para respirar
- Piel húmeda y sudorosa
- Dolor o malestar corporal extremo
- Frecuencia cardíaca elevada, pulso débil o hipotensión arterial
- Diuresis baja (excreción de orina)
En el caso de los niños, los síntomas incluyen: taquipnea (frecuencia respiratoria anormalmente alta), convulsiones, piel pálida, letargo, dificultades para despertarse y sensación de frío al tacto.[6]
La Organización Panamericana de Salud (OPS) trabaja para incluir la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la sepsis en las políticas y procesos de fortalecimiento de los sistemas de salud, en la comunidad y en los entornos de atención de salud. Fortalecer las estrategias de prevención y control de las infecciones, en particular mediante el refuerzo de la infraestructura para la higiene, resulta fundamental; así como trabajar sobre mejoras en el saneamiento, la nutrición, el suministro de agua limpia y el acceso a programas de vacunación.[7]
Fuente: Strategika