- La Organización Mundial de la Salud estima que entre el 6% y el 10% de los adolescentes sufren trastornos como puede ser anorexia o bulimia, entre otros. Las mujeres son las más afectadas con tasas que oscilan entre el 10% y el 15%.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son patologías complejas y multifactoriales que inciden de forma negativa en la salud física y mental de las personas, las cuales se caracterizan por una preocupación excesiva por el peso e imagen corporal, acompañado de alteraciones en los patrones alimenticios.
Se ha estudiado que estos trastornos son más frecuentes en la adolescencia, ya que, es una etapa de cambio donde se consolida la imagen corporal, lo cual genera diversas crisis de identidad, de apariencia física, exigencias sociales y sexuales, además de la independencia que necesitan los adolescentes.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido a los TCA como unas de las enfermedades mentales prioritarias para niños y adolescente dado el riesgo que implica para la salud. Se estima que entre el 6% y el 10% de los adolescentes presentan algún tipo de TCA, mientras que en Chile sería el 8,3%, transformándose en el segundo país con más casos en adolescentes con esta problemática, solo detrás de Suiza con un 12%.
Ante estas alarmantes cifras, el docente USerena y psicólogo clínico infanto – juvenil, Mg. © Sebastián Maluenda explica las señales que se presentan en adolescentes al tener uno de estos trastornos, indicando que “las conductas más habituales se relacionan con un interés excesivo sobre la alimentación, calorías comidas, ingredientes, etc. Por otro lado, algunos adolescentes comienzan a practicar deporte y ejercicio físico de forma excesiva, con el objetivo de bajar de peso. Además, suelen realizar cierto distanciamiento de la familia y amigos cercanos cuando es momento de comer, esto con el fin de no ser cuestionado por los nuevos comportamientos que pueden estar presentando. Por último, presentan un control estricto sobre la comida, calculando y pesando todos los ingredientes o incluso rechazando algunos alimentos”.
Con respecto a la comunicación verbal, agrega que “los adolescentes suelen hablar más de su imagen corporal, cuestionado su forma y apariencia, comentarios que antes eran menos frecuentes y suelen justificar conductas alimentarias, es decir, presentan excusas para no comer o evitar situaciones sociales que impliquen comer, mientras que, en lo relacionado a la comunicación no verbal, los adolescentes tienden a presentar síntomas ansiosos ante situaciones donde hay comida, generando incomodidad. También comienzan a mirar excesivamente su cuerpo en espejos y a usar ropa más grande para ocultar su apariencia física”.
Dentro de los TCA más comunes en adolescentes, se encuentra la anorexia y la bulimia. Frente a ello, el académico explica que las principales diferencias entre ambas “se relacionan con las conductas que pueden tener los adolescentes, debido a que en la anorexia suele haber una restricción excesiva de alimentos y ejercicio extenuante. En cambio, en la bulimia puede que exista una restricción en la alimentación, pues, se caracteriza más por episodios de atracón, es decir consumo de grandes cantidades de comidas para después realizar conductas compensatorias como vomitar, uso de laxantes y/o diuréticos”.
En cuanto a las señales físicas que comienzan a presentar los adolescentes que padecen de estos TCA, el experto en psicodiagnóstico infanto juvenil indica que las más comunes “son la pérdida significativa de peso, lo cual trae consigo otras consecuencias como un aspecto físico debilitado, piel seca y pálida, caída del cabello y un cabello quebradizo”. En ese sentido, añade, “el adolescente suele presentar cansancio y fatiga ante cualquier actividad debido a la falta de nutrientes. Por último, una señal que pasa desapercibida es la sensación constante de frío, presentan manos y pies fríos en todo momento y en las mujeres, pueden generar alteraciones a nivel hormonal, perdiendo la menstruación por algunos periodos”.
Maluenda agrega que “en el caso de la bulimia, también suelen aparecer problemas dentales debido a los vómitos constantes, generando un debilitamiento del esmalte por el ácido gástrico y también se generan heridas en los nudillos, causados por inducir el vómito”.
Mientras que, ante la sospecha de algún síntoma, el psicólogo recomienda que lo mejor que puede hacer la familia es “acudir a un pediatra o médico general para que pueda recibir una evaluación inicial del estado físico y emocional del adolescente y así, ser derivado a un especialista si es necesario”. En relación a los profesionales que deben participar en el tratamiento se sugiere a médicos especialistas como nutriólogos, para evaluar y diseñar planes de alimentación adecuados al contexto del paciente; y un endocrinólogo, para evaluar y tratar desequilibrios hormonales. “Por otro lado, es esencial la participación de psicólogo clínico, quien puede realizar psicoterapias y contención al paciente y a la familia”, afirma.
Finalmente, el experto entrega consejos sobre desde qué edad sería oportuno hablar con los niños de los trastornos alimenticios, de la aceptación de su cuerpo y rasgos físicos: “la psicoeducación en los niños y niñas debe ser esencial para una correcta prevención de los TCA, adaptando los temas al tema de desarrollo del infante. En la etapa preescolar (3 – 6 años) es relevante hablar sobre la diversidad y aceptación de los cuerpos, enfatizando las diferencias de altura, color de piel y formas del cuerpo. Además de fomentar un lenguaje positivo sobre el cuerpo propio y de los demás”.
En la etapa escolar (7 – 10 años) es importante hablar sobre la realidad de la imagen corporal, “informando sobre el rol de las redes sociales, enseñar sobre los cambios corporales por la edad y hablar de emociones que rodean la alimentación y la imagen corporal. Por último, en la pre adolescencia y adolescencia (11 – 20 años) es importante conversar sobre los TCA, explicando lo que implican en la salud. Por otro lado, informar sobre la influencia de las redes sociales en la autoestima en los adolescentes”, finalizó el académico.
Fuente: Universidad de La Serena